jueves, 4 de abril de 2013

ESCLAVO DEL SISTEMA



Canción para la ocasión


Aunque usted no lo crea: ingresé a la doctrina de la inercia, mejor conocida como el trabajo, la chinga, la chamba, persecución de la chuleta etc. He aquí la explicación para las ausencias de denuncias y cotorreos elegantes del blog, amable lectora (resolví el problema de referencia al género: prefiero pensar que me leen mujeres y no puro macho del tercer mundo).

El único bato al que la doctrina de la inercia le hizo los mandados


Bueno, y ¿qué pedo? ¿ya te la sabes?

No. Difícil decirte cómo me siento, qué pienso.  Las cosas no me salen tan mal en el trabajo y hasta percibo mi progreso. Aunque la palabra progreso me molesta casi tanto como trabajar.

Me pregunto que diría mi jefe si supiera la clase de persona que soy. Tan silencioso que me comporto allá. Sonrío, me siento, consulto las redes sociales hasta que termino mi parte. No platico con nadie, excepto cuando alguien estornuda o se despide.

Debo reconocer que todos me tratan al puro pedo, como se suele decir. No es pesado porque me gusta lo que hago (truismo común de los incipientes) y hay un par de guapas en la oficina que colorean mi día con sus paños y aromas de diseñador.

No exagero cuando digo que por lo menos dos féminas de la chamba están más o menos como Eglantina.

También he sido testigo de la evolución del lenguaje, ni más ni menos. Hasta se oye bien cabrón: LA EVOLUCIÓN DEL LENGUAJE. Noam Chomsky se queda corto. Bueno, por lo menos en relación con las redes sociales.  En teoría, uno los lee y piensa que los hashtags y aquellas locuciones digitales tales como "no lo hagas por convivir", "no porque me enamoro" "hola, ¿qué hace?" y otras expresiones más,  existen en el imaginario y se mantienen en las redes, incapaces de sortear la aduana de la convivencia real.   A veces soy tan ingenuo.


El community manager, ése prócer de la web, comparte mis gustos musicales, aunque no lo sabe, y si en alguna ocasión me pregunta, ya tengo ensayada mi respuesta:

- Casi no escucho música.

Si me sale muy terco:

- Pero, ¿qué te gusta?
- Antonio Salieri

Salieri se avienta un tirante con Mozart (paren esa masacre)

Le decía al maestro Bautista que las mujeres oficinistas combinan (él sugiere que dije convinan) la ropa con su piel, y sus prendas habitan la dimensión que ocupamos con colores que nomás he visto en photoshop.  Azul tutti frutti y durazno cachondo.



Actitud ejecutiva, tripa de albañil


Mi parte favorita del día es el regreso: mujeres por todos lados. Los primeros días pensaba que había otra ciudad dentro del D.F. como dicen los de ss en uruguay: la pequeña Atenas.

Pues así las cosas. No me queda de otra más que sufrirle y ponerme nervioso cuando me hable el patrón. 

Como anécdota de superación personal, puedo decir que me siento mucho mejor que en mi antiguo empleo, aquella agencia  que erró la estadística presidencial por 10 puntos,  donde todos hacíamos mal las cosas, pero yo era el único que estaba consciente de ello y no me paraba el culo, excepto la vez que discutí con una maestra por la cámara de Gesell y me costó un punto sobre mi calificación final, pero al menos tengo la satisfacción de decirle pendeja sin mencionar la palabra.

3 comentarios:

  1. Cuando el destino nos alcance. Nos hacemos pendejos, sin voltear aunque es nuestro nombre el que están gritando. En efecto, seguimos perdiendo.

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  2. ya regresame mi pelicula

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  3. Yo tambien fui "Hippie" pero un dia me di cuenta que ya tenia los medios para comprar paz y amor

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SE VALE COTORREAR