domingo, 14 de abril de 2013

ESTRATEGIA ERRADA


Esta entrada tiene  dos propósitos:

1.- Narrar el estrepitoso fracaso de su humilde servidor en la pírrica empresa de conseguirse una mujer durante una fiesta dionisiaca. Revelar que ese pequeño arte de la conquista,  es una fantasía, una ilusión. 

2.-  Elaborar un escuálido manual de usos y costumbres que contrarresten  las equivocaciones que me llevaron al propósito 1, y que con tu participación, mejoremos el instructivo.

El antecedente

Conocí a Miriam durante la noche de graduación de mi mejor amiga.  Todo empezó cuando Bisbal decidió llevar a Elisa (su novia) a una fiesta antes de ponernos en marcha hacia la graduación. Además,  recogeríamos a su mejor amiga, Miriam, en Lindavista. Elisa dijo entre dientes que  a ver si no todos querrían que les presentara a su amiga.  Formales hasta la náusea, esperamos a la susodicha en insurgentes. Llegó 15 minutos tarde y acompañada por su novio. El tipo echó un escáner al interior del auto y dijo:

-¿No que nada más van tú y Eli?

Abordó el auto, se sentó junto a mí en la parte trasera  y nos dirigimos a completar la entrega. 

-Ash, me caga, pinche celoso -añadió ella.


Miriam usaba un vestido azul no poco ajustado, con mallas negras, pulseras de colores varios y aretes fluorescentes. Llevaba unas botas del mismo material de las chamarras que parecen para entrenador de perros. Aunque juzgué de vulgar  su atuendo, no podía negar las curvas pronunciadas que apretaban más aquel vestido azul. Su rostro era suave, sin imperfecciones, con un lunar en la barbilla que no ensuciaba la pulcritud de sus pómulos. Aunque sus dientes merecen extensas sesiones de ortodoncia, su sonrisa tampoco era un piano roto. Hasta el día de ayer, pensaba que utilizaba pupilentes verdes, pero resulta que son de fábrica. En otras palabras, es un bizcocho, como se suele decir.

El camino a la fiesta transcurrió entre pláticas que no voy a puntualizar porque no las recuerdo, y es aquí donde aparece la primera estrategia fallida:

Ni las veo ni las oigo: ignorarlas no sirve para nada

Con los años llegué a la conclusión de que la peor tortura que puedes aplicarle a una mujer segura de su belleza, es ignorarla, o si es necesario establecer comunicación con ella, tratarla con un desdén certero, implacable.
Pues ahí me tienes, mirando hacia el exterior del auto, oyendo sin escuchar, preguntando de nuevo lo que se me cuestionaba y fingir que no prestaba atención.

Bajaron del auto apremiadas por la pachanga, y tuve oportunidad de dejarme hipnotizar por aquel par de cadencias una vez más.

Bisbal encendió el motor y por fin nos marchamos a la otra pachanga.

Pasaron los meses y Bisbal me invitó a su casa por el cumpleaños de Elisa. Mucho tiempo había pasado desde que fui a una fiesta por última vez. Llegué con mi mejor amiga y Bisbal se encontraba en la preparación de mojitos, acompañado por la novia y Miriam.

- Misma dosis de indiferencia -pensé para mis adentros.

Me senté y hablé en voz alta, sin concederle una mirada, total, ya sabía que tenía novio y que además, estaba protegida por su tremendas cadencias y rostro de sonrisa imperfecta.

Pasaron los minutos y mi escepticismo por el ron cambió tras el primer mojito. 
SUCULENTO BREBAJE,  HERALDO DE LA DESGRACIA. 

Mi amiga se nos perdió entre la multitud y las luces multicolor que ofrecía el dj desde su trono musical en la azotea. Era una fiesta verdadera. Uno de los amigos de Elisa resultó 'performancero' de la vieja escuela y con la ayuda de dos cinturones, hizo lo propio.


Tono de mi teléfono móvil y pionero del performance


Una vez concluido el espectáculo, fui a rellenar mi vaso. Le pregunté a Bisbal si había una chica disponible. Me dijo: 'ah pues la del vestidito negro'. Le contesté que cuál, aunque ya sabía perfectamente de quien se trataba. De inmediato le llamó a Elisa para que la trajera y nos dejaron solos, para conocernos mejor. Antes de eso, Bisbal me anticipó lo siguiente, cual oráculo de Delfos: 'está pendeja,  y acaba de terminar con su novio' lo que significaba vulnerabilidad y una misión relativamente sencilla.

Confiarse no ayuda en lo más mínimo

Desde el comentario de Bisbal, ya la estaba subestimado, comencé por preguntar lo obvio: qué estudias etc. Me dijo que mercadotecnia, pero yo le entendí que Pedagogía.  

También le pregunté por sus gustos musicales, y respondió que electro, jaus, tecno, y añadió que el saico ya no le gustaba, que iba puro chaca.

- van puros nacos, dilo con confianza. - aunque no se inmutó.

Le dije qué estudiaba yo y los lugares comunes básicos de mi carrera y las coincidencias con la suya. Noté que eso no iba por buen camino y viré el tema hacia algo de lo que no me enorgullezco.

Jamás vayas con la placa por delante

¡Cómo me irritan esas personas que se jactan del trabajo! Pues no me importó, según lo que entendí de la advertencia de Bisbal, tenía que ser otro al mismo tiempo. Lo único que se me ocurrió es hablarle de mi tormentoso empleo como una forma de decirle: no soy un pobre diablo, que no es otra cosa que negar mi condición de Don nadie.

Aunque no reaccionó como yo esperaba, la cosa mejoró y por lo menos, me ponía atención, sonreía ante mis ocasionales y ligeros chistes sobre lo que ella me decía. La verdad es que hablaba y hablaba en busca de un tema para anclarme. 

Fuimos a ver cómo rompían la piñata (una dolorosa metáfora de lo que no sucedió)  a la que no le pegué, porque mi predecesor la hizo pedazos  y no tuve más remedio que lanzarme a ella como niño.

Atiende las alertas con seriedad, como "mi papá es bien charanguero"

Regresó a la zona de confort con sus amigas y seguí conversando con ella. Le dije que si bailaba, puesto que yo soy un tronco de troncos. Ella dijo que su papá era bien charanguero, que por eso se las sabía todas. Si conoces a una chica en Martin Carrera, deberías tener una vaga noción de lo que estás haciendo.

Bailar es ser pendejo con el cuerpo

Hace tiempo que lo descubrí, pero insisto en sacudir las carnes al ritmo del engaño personal.  Si alguna vez pierdo a una mujer por causa de algún bailarín, ya no me importará. Lo juro, y es que  estar en aquel coto del movimento, haciendo el mejor esfuerzo, para que ella me saliera con que le marcaba las vueltas muy lentamente, la verdad si calienta.  Lo único rescatable es que bailas pegadito a ella.

Salsa tras salsa, mi equilibrio se deterioraba más, por los mojitos ingeridos. Para acabarla de chingar, ella ya no quería tomar. Se me ocurrió bailar con ella una quebradita, me parece que fue aquella última melodía que escuchó notable candidato priista antes de ser asesinado.

Por si fuera poco, otro bato la sacó a bailar y me dio cátedra desde la oscuridad. Me quede mirando como perro de carnicería.

Poco después el dj menos talentoso tuvo la ocurrencia de acompañar la velada con reggaeton. A partir de ese momento, en palabras del poeta Emmanuel, todo se derrumbó.



Sinfonía de una derrota

 Acepta tu derrota

Recuerdo el preciso momento en que pensaba 'y ahora, ¿qué chingados le digo?' Fue como un automóvil que se queda sin gasolina. Lo sabes y te das cuenta porque comienza a voltear hacia otra parte.  Me repetía por dentro que no le hablara de teoría crítica o de McLuhan.

Lo que pasó después,  fue una repetición del rechazo que no experimentaba desde el bachillerato. La buscaba y huía. Se sentaba y trataba de hacerle la plática, pero todo era en vano. 

Cuando los invitados comenzaron a irse, el resto se concentró en la azotea, con el dj, para la hora de las complacencias. Conversaba con dos tipos acerca de  Filosofía (me hice pasar por colega de Hegel). Subí a buscarla y todos platicaban amablemente, la veía pero no le decía nada, regresé a la estrategia ni te veo ni te oigo. 

Decidió bajar a la sala y a los cinco minutos hice lo mismo. Ya no me senté con ella y seguí filosofando con los discípulos y ella nomás veía de reojo. No sé si escuchaba, pero fue lo más probable. Como trusa de meretriz me trajo.


Sin consideración, Miriam me la aplicó


Si bebes, no insistas

El alcohol siempre me ha hecho creer que, como en el futbol, puedes remontar con el ingenio suficiente. La realidad es que sólo terminas haciendo el ridículo y confirmando en cada ataque, que le das lo mismo. Prueba fehaciente fue su cara de hastío, de hartazgo ante mis alcohólicos comentarios. 

Hablarles de otra mujer, tristemente tampoco funciona


Para mi buena o mala suerte, dos de los invitados resultaron estudiantes de la misma universidad que yo, aunque en una carrera que, para colmo, involucra a la chica que me gusta.  Para rayar en lo asombroso, hasta la conocen y me enseñaron una foto que adornaron con el siguiente comentario:

- Ve nomás cómo me dibuja los planos.

Fue agradable ese respiro ante tanta derrota. Y los batos son a todas margaritas. Me informaron que la joven estudiante es todo lo que temo y más. Aunque ellos, por ser de la delegación GAM, creo que exageran. LA REINA DE ACATITLA,  como le llaman los jóvenes maderenses. Coincide con mis viejos encuentros con la monarca en diferentes estaciones con direcciones provinientes de Pantitlán.





Lo más chistoso es que si por esa estación habita, me pregunto cuántas veces no nos cruzamos cuando viví en Tláhuac, puesto que ahí descendía para abordar el autobús hacia la casa.

El caso es que con esa información en mi mente borracha, intenté platicar con ella y le dije que ellos conocían a la chica que me provocaba ensoñaciones blah, blah. Nomás se levantó del sillón y dije, para no verme tan tonto:

- ¿No que no se quitaba?


Bisbal me dijo que no debí tratarla con tanta sutileza, que debí aventarme durante el baile, que ella incluso le comentó que todo iba bien y después valió madre. Le respondí que 'erré la estrategia' y nada más se rió. Supongo que el alcohol traiciona en el peor momento.


El compañero de universidad, al ver que Miriam se fue a dormir y yo también, gritó como estertor:

- ya viólala, tocayo.

En resumen, hice todo lo que había leído en libros, lo que mi juicio me dictó y no llegué a ningún lado. 
Son chingaderas.

Al fin que ni quería

Durante las conversaciones con Miriam, me di cuenta que si no fuera porque estaba borracho y descartando el hecho de que despertaba en mí una lujuria desmedida,  no tendría ninguna intención de volver a verla en mi vida.  También tocó un nervio sensible, porque hizo que recordara a mi ex novia, que en comparación con Miriam,  era una Atenas, diosa de la sabiduría, con un gusto impecable sobre casi cualquier cosa y una mina de intereses en común. Me reí, como siempre, para no llorar.


Conclusiones

Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido: valora a tu novia. Lo digo desde la reflexión indolora.

La tierra no es de quien la trabaja.

Evita el lamentable escenario de la derrota: no asistas a fiestas.

Los mojitos no incluyen cogitos.

Y la más importante: fíjate bien a quién abordas,  la sensatez, prudencia y reserva, aunque viejas tradiciones, pueden mantener a flote tu maltratada autoestima. 

Ya tengo dos aristócratas amigos, cercanos a la alteza.


Datos curiosos

Ninguna canción de los Smiths se escuchó durante el transcurso de los eventos.

El pollito pío brilló por su ausencia.

Gavilán o paloma fue la única canción que la fiesta coreó a todo pulmón. Excepto Miriam, la adorable amargada.

Nunca volví a ver los dulces que recolecté durante el destripadero de la piñata.


Canción pa' la ocasión


Títulos 'ya merito' para la entrada:

AL FIN QUE NI QUERÍA
CÓMO FRACASAR CON LAS MUJERES
MÁTALAS CON UNA SOBREDOSIS DE TERNURA
GAVILÁN O PALOMA

2 comentarios:

  1. Lo que nos pidan, podemos
    Si no podemos, no existe
    Y si no existe lo inventamos por ustedes

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  2. Introducción a "Cómo alejar a una mujer exitosamente", esperamos los próximos números

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SE VALE COTORREAR