Inmediato o no, el ser humano vive desesperado.
El espíritu
indomable del ser humano no tiene comparación. Las adversidades que ha
enfrentado a través de los siglos, desde su aparición en la tierra y su
continúa evolución, han puesto a prueba su capacidades como ser viviente o debería decir, sobreviviente.
Algunas veces, la casualidad salva su pellejo, otras, su inteligencia hizo gala del desbordante talento
que lo domina.
Cualquier
ciencia, arte o disciplina que sea objeto de estudio, es por si misma, el sello
distintivo de su inconmensurable genio.
Desde el descubrimento del fuego, la invención de la rueda, pasando
por la maquina de vapor, su destreza belica, científica, literaria, hasta
llegar a la televisión y la computadora, podríamos decir que las cosas le han
resultado de maravilla en ámbitos progresistas y tecnológicos. Las
pretensiones espaciales parecen cercanas
hoy en día, colonizar el espacio es una cuestión de tiempo.
La historia,
siempre cruda e implacable, nos demuestra que dentro del genio humano y sus innumerables aportaciones, se
esconden sus peores demonios, ¿aprendemos o no? ¿nos enseña la historia?
Carl Marx
palidecería frente a las interpretaciones rusas y de los países socialistas influidos por
su obra. Einstein, 'padre' de la bomba atómica.
Como sí se
tratara de un dogma matemático, las cosas sufren una
deformación, una torcedura para el beneficio de
pocos contra una mayoría generalmente indefensa.
La globalización es fenómeno
fuera de toda estadística, pronóstico. Cualquier intento por encasillarlo en una teoría de probabilidades, muere con cada esfuerzo.
El ejemplo más claro del aniquilamiento del espíritu humano es la adopción
de las redes sociales. Las formas de expresión más
puras del ser humano son vulgarizadas, comercializadas, intervenidas. El arte se vende. La
literatura se resume.
Aquellos destellos de
rebelión y genio
son encarcelados en museos, en colecciones privadas, comisiones
gubernamentales o peor aún, restauraciones. Son valuadas para despojar su significado artístico, tazar un valor, ahora son un bien, una propiedad intercambiable
que dependerá de la necesidad inmediata.
El éxito de internet reside
en la inmediatez de la información y la 'interactividad'. La paciencia es sólo frustración
controlada, regulada par el ser humano contemporáneo. Sus mayores conflictos se
relacionan con la espera en esta era eléctrica.
El santo patrón
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