lunes, 29 de abril de 2013

¿QUIÉN AMA EL SOL?

Algunos le atribuyen a Brian Eno la frase que dice: pocos escucharon a The Velvet Underground durante su corta existencia, pero todos los que lo hicieron formaron una banda.  Añadiría que formaron buenas bandas.

Diez relámpagos utiliza el profesor Marshall McLuhan para definir los momentos que modificaron el mundo como lo conocemos.  Si hubiese un relámpago con tales características para cambiar la historia del rock, tendría que ser Velvet Underground.


Los batos chingones no se ven muy chingones en la imagen, pero tocaban mejor que tú y tus amiguitos juntos ejecutando covers de Zoé.



Recuerdo la primera vez que escuché  algo sobre Velvet Underground. Fue durante la película Almost Famous, cuando Lester Bangs le pregunta a William Miller su opinión sobre Lou Reed.


Descargué, dada mi pobre condición de estudiante, un puñado de canciones -I'm Waiting For The Man y Who Loves The Sun? para ser precisos-. Sólo escuché la primera y se trataba de una versión en vivo. No me gustó. Con el tiempo supe que el intérprete era Bowie -mi héroe en aquel entonces- pero con una voz envejecida, afectada por los excesos, por el tiempo quizá, el caso es que no pude reconocerla.
El nombre de la banda surgió del título de un libro sobre sadomasoquismo de Michael Leigh titulado The Velvet Underground que Jim Tucker, amigo de Reed y Morrison y hermano de Maureen Tucker, encontró tirado en la calle.


La dichosa versión


En mis largas y desveladas lecturas nocturnas en casa de mi padre,  devoraba todas las entrevistas de mis músicos tan queridos, colgadas en la red  y que,  de otro modo, dada la prensa especializada en mi país, con sus extraños encuadres de lo que consideran como rock,   nunca hubiese podido leer.

Sonic Youth, Pavement, Can, The Jesus & Mary Chain,  Pixies -I've Been Tired encierra una referencia a Lou Reed-, pilares de mi amor por la música,  en a las entrevistas,  se referían a VU, realizaban versiones de sus canciones o mencionaban a cualquiera de los integrantes, casi siempre con mucho respeto. Estos oriundos de Nueva York, le dieron la espalda a todo tipo de escena, tendencia que no estuviera relacionada con la Factoría de Warhol.


Pavement - What Goes On



Como consecuencia, puse mucha atención y comencé a escuchar los discos de la banda con interés renovado, estimulado por esa especie de hermanos mayores.

Entre más profundas eran mis lecturas, descubría a un sector religioso que profesaba -y sigue profesando-, en distintos matices, una devoción por VU sólo comparable con aquellos asiduos seguidores de los Beatles.  Defensores y polarizadores de dos caminos: el de VU y los oriundos de Liverpool. El primero se refiere con todos los honores a la banda reducida, ignorada, incomprendida, cuyo genio sobrepasaba los coeficientes de los escuchas contemporáneos. El otro es obvio:  los Beatles como el chispazo y básicamente el gran incendio de lo que conocemos como rock.

¿De qué hablan en sus canciones?

Pues los temas son amplios y no convencionales: sodomía, transexuales, liberación, heroína, tipos de amor, historias de misterio, anhelo, poesía,  Jesus, coyotes...

Encontré una razón para vivir

Eso me molestaba: por una parte, porque la grandeza de VU no reside en ser el camino alterno a todo lo que se edificaba en aquella época -aunque reconozco mi simpatía por que no siguieran el juego de la psicodelia, como el bufón dizque poeta de Jim Morrison y la gritona ridícula, Janis Joplin-, y lo sofisticaron, la vanguardia insospechada vino con elllos, como científicos locos, poetas malditos, maestros en fantasmagorías, alquimistas verdaderos.  Me imagino a los Beatles pretendiendo ser  como Walt Whitman, hambrientos por espiritualidad,  y VU más cercanos a  Rimbaud, a Edgar Allan Poe,  insultando a la locura, embrigados por los excesos que, como señala William Blake, el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría..



Mi vida fue salvada por el Rock & Roll


Prístinos en oscuridad, tristeza y sinceridad  -Lou Reed es la esencia de la sinceridad en el rock, cosa que no se le reconoce como yo quisiera-, cuestionan la existencia sin ser posmodernos. Genios inestables. La contradicción en la agrupación revela su carácter. Tampoco es que se les defina fácilmente, pero ése no es el punto. Pienso que Andy Warhol  entendió  la  especie de semilla que tenía en sus manos, si se me permite la comparación.  La germinación de la planta, el embrión se encontraba en sus primeras semanas de gestación, cuando grabaron el primer album con Nico. El profesor Warhol,  en calidad de autoridad, pidió a sus protegidos que la integraran, como  una alumna que ingresa a la escuela durante la mitad del curso. El resultado fue un disco extraño, lleno de momentos corregidos, bienintencionados, con la lupa y mano correctora del profesor, empezando por la portada.

ágil  y agraciado muchacho


 Stephen Malkmus,  es muy incisivo, con el pulso de un cirujano, cuando explica este fenómeno. Dice, palabras más palabras menos, que todos enloquecen por  VU con la cubierta hecha por Andy Warhol, la belleza de Nico  y por supuesto,  John Cale y su formación docta en teoría musical -el hombre mojón seguro tendrá algo que decir al respecto y la porra lo saludará cuando el momento nos alcance-. Pero  sus mejores discos llegaron con la expulsión de aquellos circunstanciales integrantes.  John Cale debe ser bueno "detrás del escritorio" como productor, hizo un gran trabajo con The Stooges. No me puedo mas que coincidir.

The Velvet Underground and Nico, White Light - White Heat son por decirlo de una manera que a muchos podría no agradar, son buenos ensayos de una banda prisionera de las circusntancias. Tal vez White Light tenga momentos memorables, como I Heard Her Call My Name y Sister Ray.

The Velvet Underground, Loaded y las compilaciones VU y Another View, por no mencionar los compilados de conciertos que incluyen las mejores versiones de Sister Ray, son lo mejor de la banda.

Sister Ray: la leyenda


Sister Ray, 17:27 minutos. Antes que Pink Floyd hiciera de las suyas. Antes que Can. Antes que todos los 'progres'. Así es, Cómete sus calzones, mi querido amigo mojón.

Creo que VU representa en el rock aquello que los infrarrealistas buscaron -y que no sé si lograron-  consanguíneos del estridentismo, pero también beatos, como Kerouac. Tantas referencias literarias son porque considero que VU -Lou Reed como el hechicero supremo- está más cerca de la literatura que del rock. Lou Reed lo resume en una respuesta muy acertada sobre su polémica colaboración con Metallica, Lulu:

"This is for people who are literate"   
(Esto es para gente letrada)

Algunos puede parecerles soberbio, arrogante, pero Lou Reed es honesto y no quiere ser amable sólo por cortesía social. 


Lo que más me gusta de VU es su tercer disco y los compilados que se grabaron alrededor de este periodo después de 1969. La notable diferencia entre el sonido que la crítica ama y el cambio, la marginación de su tercer disco en comparación con los dos primeros que se caracterizan por la improvisación y la saturación de los instrumentos hasta la cacofonía,  es la cohesión en la banda, Lou Reed incluye a Doug Yule e incluso le permite que interprete un par de sus mejores letras (ejemplo de su nobleza y humildad).

Doug Yule te dice cómo la naturaleza poco interesa cuando te rompen el corazón. Calada, garantizada. Relámpago no se responsabiliza por el uso que le dé a la canción.


El quinto disco fue una cosa extraña por parte de Doug Yule que tras la salida de Lou Reed, trató de exprimir el nombre para tocar sus canciones, pero el lobo estaba herido. Sólo Maureen Tucker, la baterista -algo inusual para la época- soportó todas las transformaciones del terciopelo subterráneo.

Primer periodo, alias el alabado





El periodo preciso, en forma, todos ejercitándose de lunes a viernes, 
sin el relleno cremosito sabor Andy Warhol-John Cale


Puedo decir que Maureen Tucker, Sterling Morrison, Doug Yule y Lou Reed, son los integrantes de una de las mejores bandas de rock que vio nacer y morir  el siglo XX. El punk le debe casi todo, me atrevo a decir que hay una línea directa entre ellos. El caso es que por donde le busquen, VU sabía de qué se trataba.


¡YA NO LO INTENTAN COMO ANTES!

La canción favorita de su humilde servidor

domingo, 21 de abril de 2013

SEGUIMOS PERDIENDO

Los nombres protagónicos de esta historia han sido modificados para mantener a flote el honor y la dignidad de los respetables involucrados, en caso de que les quede algo. Relámpago S.A. no se responsabiliza por las intrincadas suposiciones que levantes sobre los hechos y los personajes reales.




Después un repaso colectivo -del que fui animoso partícipe-,  sobre las  narraciones fantásticas, barrocas, con que las firmas de comunicación satelital más lucrativas del país -lideradas por Emilio Azcárraga y Carlos Salinas Pliego respectivamente-,  inundaron los hogares mexicanos durante los últimos cuatro sexenios, la calurosa  y primaveral tarde de abril a la que me referiré, prometía los jardines de las delicias o poco menos.


AAAAUUCCHHHH

 Paralizadora de tráfico

Preparábamos nuestros espíritus para recibir los frutos de la clausura semanal, cuando El tío, La promesa y yo, famélicos,  apuntamos nuestros destinos hacia aquella cocina rústica instalada sobre la avenida Rancho seco.

Confusos por la tertulia de los comensales, La promesa y yo ordenamos  tortillas gruesas, rellenas con cerdo prensado, acompañadas por famoso derivado lácteo del estado que vio nacer al bolerista admirado por su servidor. El tío optó por el platillo tradicional, alto en sebo, cuyo nombre  evoca a los personajes representados en la obra  de renombrado artista colombiano.





Inauguramos el atascón de carbohidratos, aderezado con un cándido relato acerca de mi infructuosa relación, durante mis años como bachiller, al lado de una mujer de poca edad e ideas cortas, -trunca estudiante de Arquitectura, adepta de las vanguardias del momento-, y que, por las  zigzagueantes rutas de la voluntad creadora, concluyó bajo el tormento de la afrenta personal.

...me invitó sólo para que Oscar entendiera que no estaba interesada en él, no porque me quisiera. Pobre cabrón, mirándola como perro. Ella, maquillada por el desprecio y la caridad, nomás se horrorizó ante el calzón chino que O. ejecutó sobre su amigo, minutos después.  Y yo, mirando a las hermosas muchachas del billar, reducido por el monstruo que acompañaba...   

Imposible anticipar lo que seguiría: engullía la garnacha mientras confesaba los ridículos detalles sobre mi amorío con A., cuando fui sorprendido por esa especie de rosca de reyes de la grasa que, como la tradición exige,  ocultaba  muñeco.

Iracundo pero hambriento, removí  el filamento sin los ademanes de un comensal ofendido. 

¿Cómo expresar la inmundicia escondida en un bocado? Tras descubrirse el ignominioso cabello,  prisionero de la tortilla, interrumpimos el banquete.  Silencioso se tornó aquel páramo; distante ya, se encontraba el final de la historia, verdugo de mi pasado. Intenté terminar la quesadilla, pero apareció un segundo niño dios en forma de mechón.

Encendido por la repugnancia, aun amable, señalé a mi cobradora las evidencias de ADN que la cocinera olvidó, a propósito o no, en mi alimento.

-  Señora, tenga más cuidado -declaré.
-  Cuando sea así, avísame y te preparo otra, pero no me hables en ese tono -respondió.
-  El tono crucifica -añadió filoso La promesa.

Caminamos aturdidos, con la carcajada fácil. Jamás comeré allí otra vez. Asco melancólico.

De nuevo en el cuartel de operaciones, ágora del pensamiento inefectivo, la temática iba y venía sobre nuestro nervio más susceptible: las mujeres.  Intercambiamos bromas de alto calibre, aforismos venenosos, añoranzas perdidas, brutalidad pretenciosa y sin relleno, lujuriosas anécdotas  cuya vitalidad sigue vigente:  

Empezamos generando y después se olvidaron de nosotros. Salimos borrachos de aquel aburrido bar, con un par de besos encima de aquellas escandalosas muchachas. Daniel condujo hasta las estaciones del tren ligero sobre avenida Tlalpan, motivado por las cervezas. Nadie tenía ni puta idea de dónde estábamos, pero ellas iban divertidísimas, casi eufóricas. La conversación centrada en el lesbianismo. De pronto, Claudia se pasa al asiento del copiloto ocupado por mi prima, comienza a besarla y sentada en sus piernas, acaricia sus pechos, mete la mano por debajo de la blusa. Somos testigos mudos de su maestría para manipular el seno de mi prima: juega con el pezón, lo aprieta, sin la brusquedad que caracteriza la prisa del hombre, lo levanta y devuelve al lugar que la gravedad le otorga. Mi prima lleva su mano hasta el culo poco destacable de su amiga,  y recorre su espalda y reproduce el método de Claudia sobre sus  tetas.  Consciente de las probabilidades,  Daniel el astuto, el gran matemático del clan,  aminora la marcha del automóvil hasta detenerse. Todavía puedo ver como jaló el freno de mano con una seguridad tan graciosa, en la calle vacía, sin iluminación, frontera entre la zona industrial y la residencial,  con un oxxo a veinte metros. Las miradas cómplices, asintiendo, sonrientes,  deseando dar un chapusón sobre aquella alberca de perversión. Mi prima, detiene su lengua, que abrazaba la de Claudia, para decirnos:
- Mmm le seguimos  pero, consigan  unas chelas, ¿no? 
 Gallo, que no se percató de la tienda de conveniencia a media calle, le contestó:  
- No mames, ¿de dónde vamos a sacarlas? 
Corté de inmediato su  intervención y le indiqué, con la precisión más adecuada: 
- ¡Bájate, cabrón! ¡en chinga!, ¡órale! Ahí está tu tienda. Estás viendo y no ves. Cámara pendejo... 
Regresamos bajo una prisa cruel,  ya que dimos por sentado que Daniel estaría generando, robando nuestra parte del botín. Para nuestra sorpresa, abordamos el auto y ambos platicaban. Daniel era experto en conversar, pero puras pendejadas. Entregué una lata de cerveza a cada una y castigué al conductor. Escuchamos el escape de los gases, mi prima derramó  un poco de cerveza sobre su blusa, comenzó a reírse, miro a Claudia y todavía con la sonrisa dibujándose, la besó.  El resto dio los tragos correspondientes. 
- Quítense las blusas - ordenó Daniel, que no obtuvo respuesta.
Por un momento pensé que mis amigos, en caso de ver su libido sin correspondencia,  tomarían medidas violentas. Continuaron el manoseo, con los dedos como falos improvisados. A Gallo le dije: quítate la playera, para que cuando abran los ojos y comience nuestra interacción, estemos en sintonía con el momento. No se quitó nada y la estrategia fue meterles mano progresivamente. Mi prima no mostró resistencia, pero Claudia removió mi mano de su pecho casi en automático. Gallo hizo lo propio y recibió  un molesto pellizco. Estupefactos, nos preguntábamos con mímica vergonzante ¿qué chingados está pasando?
Entre gemidos privados,  avanzó la siguiente media hora. Gallo documentaba con su teléfono móvil,  sin entusiasmo, como mero trámite.  Daniel y yo entablamos una conversación política. Ellas simulaban la posición erótica conocida como cowgirl o vaquera, con Claudia en el papel del señor de los rumiantes, con sus respectivos dedos incrustados dentro de mi prima.
Cuando la función terminó, emprendimos la marcha de la derrota hasta el bar en la colonia Roma, frente a la sede brasileña de secta cristiana, otrora teatro Silvia Pinal, en que mi tía se encontraba. Gallo y Daniel regresaron al nido. Mi prima y Claudia saludaron a la amiga de mi tía, mientras ella me solicitaba 300 pesos prestados para completar la cuenta. 
Como no  llevaba efectivo conmigo, le dije que necesitaría un cajero automático. Mi prima acordó que Claudia me acompañaría y fue cuando dije para mis adentros: llama más temprano.
El tiempo malgastado en el auto, se lo cobré caro. Traté de emular aquella maestría sobre sus senos.  Al parecer, Claudia era una mujer conservadora de la época (supongo que en la actualidad sus costumbres habrán cambiado)  que mantenía sin podar el jardín de su rincón sagrado, aunque nada de eso importaba en mis atrabancadas embestidas manuales. 
De vuelta en el bar, mi tía coqueteaba con uno de los meseros que, meses después, se convirtió en su novio y actual pareja.  Pero entonces era tan sólo un mesero que amablemente aguardaba el pago para ir a casa. Para suavizar mi espera, les obsequiaron cervezas de cortesía, seis en total. Le entregué el dinero, se despidieron, mi prima casi se enreda con otro mesero, pero mi tía impuso su calidad de madre para largarnos hacia la casa de un amigo de mi prima, cerca de la estación patriotismo.
Entonces yo tenía 18 años, trabajaba como operador telefónico,  sin la preparatoria concluida. Mi tía obligó a Claudia para que me besara mientras nos tomaba una foto, que meses más tarde, mostró a mi madre. El camino estuvo lleno de paradas obligadas por los esfínteres incontinentes de mi tía, su hija y sus respectivas amigas. 
En el apartamento, los anfitriones permanecían como si nada, bebiendo a las 5 de la madrugada, a la espera de 4 borrachas  y un desconocido.  Celebraron su llegada y las mujeres se incorporaron rápidamente al whisky que los jóvenes ofrecieron. Yo preferí la botana para evitarme una resaca odiosa para el día siguiente.
Claudia y mi prima fueron invitadas a la casa de amigos que no se encontraban en el edificio, en Valle de Bravo. Me extendieron la invitación, pero tenía que trabajar.
- Si vienes con nosotras a valle, te prometo que cogemos, pero estaré la mayor parte del tiempo con el güey que me gusta, espero no te importe -me indicó Claudia al oído. 
 Salí a tomar aire y me encontré a la amiga de mi tía con el pantalón en los talones, mientras intentaba orinar. 
- Ay mijo, hola, ¿cómo estás? 
Regresé al apartamento preguntándome qué hacer con Claudia y mi trabajo. Resolví zafar como los grandes y desentenderme del comentario. Funcionó. Al amanecer, mi prima y Claudia decidieron ir a sus respectivos hogares a recolectar lo necesario para el viaje y verse 3 horas después. Me despedí de mi tía, acompañé a mi prima a la parada de taxis. Abordé el metro, llegué a casa y dormí el resto de la tarde.   

Mi inserción en la doctrina de la inercia me ha llevado a niveles mínimos de convivencia, por lo tanto, y en aras del más obvio patetismo, decidí pasar la tarde con mis esbirros. La promesa  trazó valientes tangentes discursivas que no le sirvieron mucho, cuando le cuestioné  aquella Julia, incógnita cuya sola mención lo transforma en hirviente tetera de celos. 

Mientras tanto, aquel talón de Aquiles que persigue al consanguíneo, que acentúa su lentitud legendaria, posó su mítica figura frente a nosotros, retadora. Nos preguntó si iríamos a alguna parte, con la intención de que la invitáramos. El tío, dormido en sus laureles familiares,  esbozó los graznidos incoherentes de un tímido toluqueño que no se adapta a la vertiginosidad citadina.

Ante nuestro despliegue de indecisión, Patricia prefirió su clase de italiano y prometió que regresaría, en busca de una determinación mayor de nuestra parte, particularmente del tío, que permaneció dubitativo sobre su árbol genealógico por varios minutos más.

En el intermedio, arrastrado por el valor escuálido del tío ante Paty,  La promesa confesó la obsesión -aquella fuerza que disminuye su voluntad-,  por insospechada compañera de facultad. El tío y yo tuvimos el desatino de emitir ligeras pero dolientes bromas e historias sobre la susodicha, precedentes a la revelación. Pero la fortaleza inamovible que protege a La promesa,  permitió continuar y dar pie a nuevas gracejadas que, estoicamente resistió.

La reina de Acatitla brillaba por su ausencia  y básicamente la razón por la yo que permanecía en la institución con aquellas dos eminencias de la derrota sostenida. Apareció un personaje atractivo pero fatuo,  tuitera estrella. Contamos lo poco que sabíamos de ella, escándalos incluidos. 

Apareció la fichera, entaconada, pero nadie se molestó en emitir saludo alguno, una pérdida de tiempo.

Desde hace dos meses, el tío y yo canalizamos a una joven colega de la facultad  de Relaciones Internacionales -si a eso se le puede llamar profesión-. La vislumbramos de inmediato y pusimos al corriente a La promesa. Miradas,  juegos de seducción:  incierto arte de la atracción que tantas mentes corrompes, engañas, acabas, ¡márchate de nuestras humildes geografías y extiende tus alas sobre  cafeterías gourmet con internet inalámbrico gratuito!

Maravillados por sus movimientos, y además agradecidos con ella por las migajas de esperanza sobre nosotros, pendientes de cada gesto proyectado, insinuado, cada temblor, finta,  prisa de esa cadencia corpórea, cada andar suyo registrado, corroborado entre la santa trinidad del fracaso que éramos La promesa, El tío y yo.

Patricia regresó de su clase, se sentó en las jardineras. Parecía una indirecta. El tío, con fuerzas renovadas, pronunció:

- Pásame saldo, voy a hacer una llamada.
- ¿Te vas a rifar? no quiero mamaditas como: 'es que no se pudo, estaban sus valedores' eh, quiero que por lo menos, regreses con una cachetada; te mandaré un mensaje desde la chamba y quiero me respondas: 'misión fallida, me abrió de capa' o 'no se dejó', la prueba de un putazo porque te quisiste propasar con ella... no tus fantamas de la duda.
- Cállate pinche naco, le voy a marcar.
- No mames, la tienes enfrente: mejor alcánzala.
- Oh, vale verga, ya le estoy llamando...

...

-  ¿Qué pedo? ¿qué te dijo? -pregunté.
-  Valió verga: va a ir a comer con sus compas.
-  No mames que irá a comer, y con el ateo: eso sí calienta....
-  Seguimos perdiendo.
-  No, no, no mames,  ¿cómo que va a ir con ese pendejo? también va su valedora, la que anda con Jerry el kreativo, no hay tanto pedo, son dos y dos (vaya, qué estupidez).
-  Oh, ya sé de quién hablas. Pero ese nombre no me sorprende, el novio de mi amiga del turno vespertino, se denomina en las redes sociales como El Negrosaurio. -exclamó La promesa, puntual.


No conforme, Paty regresó para dar el mazazo final, la estocada sutil. 

-  ¿Dónde van a estar? -preguntó.
-  Vamos al fistos -le dije.
-  Es que voy a comer.***
-  ¿Qué vas a comer?
- Vamos a las ensaladas
-  ¿Ahorita? ¿cómo crees? eso es veneno.
-  Es que ya quedé con ellos. Ustedes no dijeron nada
-  Ya te estamos diciendo: vamos al fistos.
-  Ahorita les mando un mensaje para ver dónde andan.
-  Vas a ir, ¿sí o no?
-  Mmm, ahorita les mando un mensaje, mejor.

Paty maravilló al tío sólo para alejarse con la gracia de un ángel terrible, que domina el evangelio de le sensualité.  

-  Aleatoria -comenté.
-  Azarosa - contestó La promesa.
-  Escurridiza  -concluyó El tío.



Pero la tarde era joven y la providencia nos envió, como premio de consolación, una encuesta.

-  Buenas tardes, soy alumno de la facultad, ¿podrían ayudarme con una breve encuesta?
-  ¿Qué tan breve? -le digo.
-  Ah, son 8 preguntas, nada más. 

Distingo  a la reina de Acatitla que se aproxima y pienso en las potentes palabras del prosista bop espontáneo: qué extraño ángel  este que se eleva de entre los subterráneos.

Contesto rápidamente la encuesta, mientras informo quién se aproxima. Interrumpen el cuestionario y miramos hacia el horizonte.

La  desgracia del tío, lejos de ser individual y aislada,  contaminó mi porvenir: la monarca de Santa Martha caminó con la mirada inexpresiva, tranquila por la seguridad que le da su despampanante belleza. El aura religiosa con que la contemplo, además de avergonzarme, me delata: soy un láser.

El tío,  ombudsman de las causas perdidas,  señaló que la reina cometió el mismo error que yo en su afán de conducirse bajo la discreción más ortodoxa:  el instinto delator y mi centelleante toma de conciencia y temor porque me escuchó decir: ya me vio. 

Continuamos la encuesta y descubrimos que el Christian dior pertenece al grupo de elegidos que se reúne frente a la cafetería.  Le pregunto sobre sus campañas de proselitismo dentro de la universidad  y se censura: primero dice que para criticar, hay que conocer, bueno,  no criticar exactamente, sino para saber si algo te gusta o no, primero debes leer la Biblia. Le comento que estoy familiarizado con los rituales cristianos, mi padre bla, bla. Parece contento. Dice que en la escuela respeta las distintas creencias. Le sugiero que los aborde en la entrada del buchacas. Me dice que está elaborando la encuesta para conocer qué piensan los estudiantes sobre la Biblia.  Agradece la ayuda y se marcha hacia los pastos de la palabra.

Los romanos fueron maricas: todavía tiene ojos


-  Cuando te aborda un cristiano,  hay algo aquí que va mal -comentó La promesa.
-  Y sí -respondí.

El hastío que a continuación nos persiguió, tuvo efectos tan marginales, que no sabíamos qué hacer con él: por una parte, podíamos abandonar la nave; iría al trabajo, cerraría la semana desde la oficina,  y ellos, en sus domicilios,  ahogarían el llanto entre su almohada. Pero, ¿para qué? la derrota sólo se pronunciaría aún más. Todavía quedaba esperanza, no existía posibilidad, salvo aferrarse.


-  ¿Qué pedo? ¿la esperas o qué? - pregunté al tío.
-  Yo ya renuncié, no puedes perder si no esperas nada.
-  ¿Crees que te llamé?
-  No me voy a fijar.
-  Deberíamos formar una banda que se llame: The Deadcocks. 


La compañera de RI se pavoneaba por el pasillo. Pensé, por unos segundos  que era una buena oportunidad para generar entre tanta pérdida. Ni modo que, cuando  hablara a la redacción para reportarme y  preguntaran el motivo de mi ausencia, respondiera:

-  Bien, gracias. Lo que pasa es que todavía estoy en la facultad, perdiendo.
-  ¿Que qué?
-  Sí,  estoy perdiendo con dos amigos y se me hizo tarde, ¿tú crees? Si quieres, envíame las notas por correo electrónico y las trabajo desde casa...

Para romper con la aplastante monotonía, en palabras del tío, fuimos a cambiar el agua al canario, para ver si nuestra suerte mejoraba. Una de las derrotas más crueles: ni siquiera movimos un pelo para que semejante pesadumbre cayera sobre nosotros:  de la posible ganancia del tío, al hartazgo ante cualquier cosa, sin esperanza de cambio.

-  En momentos como éste,  me pregunto ¿por qué terminé con M.?
-  Ahora sí: ya valió verga -dijo La promesa.
-  Tenía buen gusto para cualquier cosa, me entendía, pero sobre todo, me aceptaba.

Con aquellos aullidos del arrepentimiento, sumidos en la más profunda angustia, aguardábamos en aquel páramo ajeno a la esperanza, aquella estancia del purgatorio,  con la idea recalcitrante o cuando menos, la fantasía de que algo sucedería, un milagro por así decirlo. A la escena se sumó Chingaski, otra alma doliente, fugitiva de la cordura. Nos saludó desde la distancia y prometió volver. No lo hizo.

Como golpe de gracia, mientras exclamábamos que nada más podía salir peor, nuestro querido compañero, el Calderón, cruzó, para pisotear la reserva de dignidad, tomado de la mano de su novia.
Decrecían los argumentos incisivos, el deterioro de la gracejada era, con cada segundo que nos alcanzaba, más evidente.


 Todo esto ocurrió un caluroso viernes de abril,  con el El tío y  La promesa, en una especie de resignación indulgente que, como suele ocurrir, resulta de la incapacidad para cambiar nuestras vidas. Pero por alguna conjetura, irrisoria acaso, suponemos que la marea cambiará.



Nota:
Próximamente, The Deadcocks presentarán su primer EP, Valiendo Cabeza, en vivo desde el auditorio José Vasconcelos. Boletos en jefatura y servicios escolares.



Pista 1: Ando perdiendo
      Pista 2:  Ponte verga (atrás)
     Pista 3: ¿Qué vas a comer?
     Pista 4: Muñeco en la rosca
      Pista 5: La Reina de Acatitla
Bonus tracks: Esquiva y Me gustas cuando callas




***Vulgarcito dice: a comer verga.

jueves, 18 de abril de 2013

LA SALIDA

Todavía recuerdo que fuimos a esa chingadera de lugar con tal de cotorrear.


A Daniel lo topo como tres veces al año desde que terminamos la preparatoria. Normalmente escogemos un lugar al  que caigan mujeres, para no estar como pendejos viendo cabrones malencarados y porque así está implícita la ilusión de alzarse campeón entre los perdedores que conformamos el clan.

Nada más dieron las 10 de la noche y ya estaba chingando por teléfono a Daniel  para que pasara por nosotros en el "travieso imperdonable".

Semanas antes, una 'amiga' me pidió  como el gran  favor de nuestra amistad, la súplica suprema,  que la acompañase a la colonia condesa  para fungir como su chivo expiatorio, por motivo del cumpleaños de un vato que  la hostigba  y  que sólo quería como un amigo. 
Llegamos al bar y el tipo estaba solo, mirando la mesa de billar con una 
cerveza en la mano. Fue tristísimo. Nos dimos la mano, no hablamos mucho. Ana me contó durante el viaje al bar que lo conoció por amigos en común y que no sabía cómo decirle que no significaba nada para ella. Mencionó que su boca apestaba y odiaba cuando le hablaba directamente a la cara. Al principio me negué:

- Yo no voy a esas chingaderas -le respondí, tras su invitación.

Sin embargo, Ana insistió tanto, que accedí con la condición de que ella pagara nuestro consumo y que no se preocupara, sólo pediría una cerveza o dos como acto simbólico que declaraba 'no quiero hacer esto'.  

Ana presentó en voz alta a O.  como diseñador gráfico y añadió que yo era escritor. Para cambiar el tema y evitarme pláticas pendejas como los libros que él había leído, inocentemente, le pregunté qué diseñaba y enseguida el torrente de proyectos  para las marcas que había trabajado, arrasó como un tsunami con las costas de mi paciencia.
- Pues fíjate que soy creativo, encargado de la publicidad de Coca-cola, Procter and gamble, Colgate, Doritos etc. Ahorita estoy en un proyecto para...

 Supuse que no se detendría. El macho alfa trató de intimidarme con su ridículum, pero la verdad es que  a la quinta marca ya no lo escuché. Me dio la impresión de que se encargaba de toda la publicidad en la televisión. Era un tipo exitoso, pero solo como en los anuncios del metro.  A la escena se sumaron dos parejas y entonces  entendí por qué O. no conquistó el corazón de Ana: durante el turno de un invitado, O. lo abordó por detrás  justo antes de que éste completara su tiro e hizo un enorme esfuezo para levantarlo por la ropa interior, o lo que es lo mismo: le aplicó calzón chino. Por supuesto, Ana reprobó su comportamiento idiota e infantil, mientras que O. se divertía como niño.
 La primera pareja se marchó. Ana y yo acordamos permanecer  media hora más. Ordené la segunda cerveza. O. le rogaba con los ojos a Ana. Pensé que en cualquier momento sacaría una guitarra escondida debajo de la mesa y comenzaría a interpretar Contigo de Los Panchos. No tuve necesidad de abrazar a Ana ni nada por el estilo. Lo despreciaba con tanta naturalidad que recé a Dios para que no me involucrase otra vez con una arpía tan insensible como ella.



Pobre O., la deseaba como perro de carnicería

Sin embargo, varios meses, comidas y regalos después, O. se convertiría en el amor de su vida porque 'supo ganársela'.
Ese día vi un montón de mujeres guapas, y como aquella vez bailé con la más fea, me sentí con la obligación de regresar bajo la actitud 'no soy su pendejo'.

En el camino,  acompañados por melodías provinientes de VU  y aderezada con una profunda discusión sobre las compañeras y conocidas que "nos chingaríamos a la voz",  lo primero que noté fue que las mujeres  estaban vestidas todas iguales con colores diferentes, pero con la intención de ser distintas a las demás. Nada nuevo bajo el sol.  Primera misión fallida de la noche.




Proponer un lugar en el que nadie se va a sentir a gusto ni para pararse a mear por miedo a parecer  demasiado morboso, es lo que  nos pasa.  Carlos siempre me contesta que hable por mí. Cuando lo evitamos, es nada más para hacer de la regla una excepción y lucir menos pendejos. Nadie reclama nada y así se logra el consenso.

Y ni rocola había.

Bueno, la botana a la que estamos acostumbrados era muy diferente a la que servían en el bar "Malafama".  Por poner un ejemplo, las palomitas no estaban 'tostadas' como en el Jarritos,  es más, ni palomitas había. En cambio, te ofrecían 'algo de comer' o según el pizarrón, 'snacks' que consistían en sandwiches, chapatas, alambre y uno que otro corte argentino, preparados elegantemente, con los más selectos alimentos  para que no sintieras el atraco de 85 pesos -lo más barato- tan pasado de verga. Incluso vi batos comiendo  antes de ordenar el vicio. Me quedé perplejo (y pendejo).  

Para su mala suerte, la mesera que nos atendió era muy bonita. Ojos grises y ni una espinilla; nada de maquillaje, solo brillo en los labios.  Apenas se marchó para regresar con lo que ordenamos, intercambiamos pendejadas qué decirle a ver si salía el 'conecte' y con un poco de suerte, toparla otro día.
Ordenamos otra ronda y aún no decidíamos qué preguntarle. 'Está chambeando,  no seas cabrón', '¿pa' qué se renta? son los gajes del oficio', '¿quieres ver cómo me apesta esta madre?' fueron los primeros borradores. Después acordamos estar más destruidos para entablar una conversación menos atropellada.

Subí al baño y tuve  que formarme. Con ánimos de encontrar acción en el caldo de cultivo, aventé el escáner desde la fila hacia todos lados, hasta que reconocí a mi ex novia y a su bato, sentados en la esquina del segundo nivel.
'¡Hazme el chingado favor!' pensé. Entré al baño como si nada, oriné,   jalé la palanca,  lavé mis manos haciéndome el natural y salí sin voltear hacia el punto en cuestión. 'Me voy a dar a desear'.

Bajé y en corto les conté a mis damas de compañía quién se encontraba en el primer piso. Estimulados por la discreción que les caracteriza, subieron a corroborar los hechos.
- ¡No mames, está con el Christian Dior! -Dijo Daniel.
- Yo pensé que esos cabrones no tomaban. -Le contesté-. Pero por mí no hay falla: me viene valiendo verga.
- ¡Ay, ay, ay, sopita aguada! -me dijo Carlos.

Seguimos cotorreando a la espera de que bajara la susodicha para jugar billar con su caifán, lanzarle un cambio de luces para que 'viera qué pedo', pero ya no la vimos.

La mesera simulaba un zíper y sólo se acercaba a tomar la orden. Más de uno pensó que  estaba haciéndose pendeja, pero ni modo de aventarle la pesada tan temprano.
Carlos dijo que si alguien la hacía de patiño, él se rifaba como los grandes.
Y sí, efectivamente, a la siguiente ronda, le preguntó su nombre (Karla) y cuánto tiempo llevaba trabajando.
 - Tengo poquito, como 2 meses. -Dijo.
- Ah, órale. - respondió aquél.

Pedirle su teléfono nos pareció la peor de las ingenuidades, así que optamos por que pedirle la dirección de su myspace. Lo peor del caso es que pensábamos que lo estábamos haciendo muy bien.
- No tengo.
- ¿Hi5?
- Tampoco.

Con el pretexto de ordenar algo,  hacíamos otra pregunta sobre la misma línea cuando regresaba.
- ¿Fotolog?
-¿Qué es eso?
- ¿Blog?
- Casi no me meto a internet.

Para no vernos (más) muy pendejos, le hicimos la broma de un spot del INEGI que decía: 'oye lo que pasa es que somos del INEGI, gracias por recibirnos'. Cosa que nos pareció una chingonada para salir bien librados, pero la verdad es que ni un pedo nos aventó, salvo la certeza de que sí se reía con nuestra insistencia.

Salimos del Malafama con una cuenta de 738 pesos y la mejor propina (última esperanza) que dimos en mucho tiempo. Carlos y yo pagamos porque Daniel  andaba corto y faltaba la gasolina. Además, el hambre es canija  después de amarrar la tripa por tres horas.

Pasamos por la calle de Nuevo León, desde lejos distinguí la esquina con varios antros de moda (PM, Artic Bar, Pata negra y otros nombres ridículos que ya no recuerdo). Mucha gente afuera; unos esperando la oportunidad para ingresar, otros fumando. Todos vestidos con sus mejores garras.

- Date la vuelta y pasa lento. -le dije a Daniel.
- Ya estás. 
- ¿CUÁL CRISIS? 

 Algunos voltearon con cara de desagrado, como si hubiesen olido mierda; otros por mero instinto, pero ninguno respondió aunque avanzamos lento y con esperanza de una respuesta ingeniosa. Nada. A lo mejor no les importó. Tal vez lanzamos un truismo y nos respondieron en silencio, pero pa' mí que eran culeros.


Esa misma noche, como buen dipsómano que se respeta, acudí al apartamento de A. Mientras ella bajaba las escaleras, decidí largarme.

Dos meses después, regresamos recargados, a la búsqueda de la mesera,  pero ya no la encontramos. Gracias por participar.

Ahora, la mayoría de nosotros tiene látigo. Visitamos los lugares menos llamativos donde  conservadas meseras de 40 años,  en minifalda y con playeras del quincuagésimo aniversario  de Raphael en el auditorio nacional, te ofrezcan  palomitas tostadas, mientras te avisan que ya sólo quedan  cervezas indio o dos equis lager.



El extremo parecido entre el intérprete y su servidor es pura coincidencia

MÁS CHINGÓN QUE BONITO

Libre pensador,  parece anarquista y sólo dios sabe si lo es, contemporáneo y capaz de irritar a muchos libertarios de la derecha etc.


El tipo es demasiado listo, siempre tiene una respuesta contundente, no obstante, es amable, cortés, consciente, jamás se le ve impaciente ni arrogante sobre cualquier tema que se le pregunte.

Uno quisiera tener a Noam Chomsky como maestro sobre cualquier cosa que se nos ocurra: matemáticas, Lingüística, política, Teoría de la Comunicación.



Es el terror de los líderes de opinión, amantes del chayo, como se suele decir. Nunca lo he visto incómodo en una entrevista, no hay pregunta que no responda, siempre sereno, calmado.

Básico para intentar la comprensión de la sociedad en que vivimos.


"PIENSO QUE LA GENTE ES HORRIBLE"

Psicoanálisis avanzado, maxismo avanzado, Filosofía avanzada, Política avanzada, Economía para iniciados, delirio de persecución profundo, hostilidad hacia todo, son algunos de los aspectos que hoy, en su resplandor vivísimo e instantáneo producido en las nubes por una descarga eléctrica, abordaremos. Abróchese el cinturón....


¿Quién no se ha pensando alguna vez en los zapatos de un político? bueno,  por la mera curiosidad de conocer cómo es lidiar desde las alturas con la cotidianeidad, las muestras de afecto, la estima en que los ciudadanos te tienen, la capacidad de resolver cualquier pregunta de manera sólida, estratégica y verosímil.

Y después de imaginarse, despotricar contra lo peor del medio,  revelar el basurero de la democracia, analizarlo hasta vomitar. 







Pues, si alguien ha pasado por la política sin ser un troglodita, un fatuo personaje más de ese nido de ratas, ese es Slavoj Žižek, uno de los pocos pensadores inclementes que le quedan a la humanidad, pero que, como suele suceder con las personas que tienen una percepción mejor nutrida del mundo, pocos escuchan y muchos menos reflexionan lo que Slavoj dice.

Contundente, brutal, paranoico, sincero y hostil, son algunas palabras que se me vienen a la mente para dibujar un borrador de las impresiones que me ha provocado.

Me pregunto si traerá consigo una arma biológica

EL HORROR DE LO INMEDIATO


Inmediato o no, el ser humano vive desesperado. 

El espíritu indomable del ser humano no tiene comparación. Las adversidades que ha enfrentado a través de los siglos, desde su aparición en la tierra y su continúa evolución, han puesto a prueba su capacidades como ser viviente o debería decir, sobreviviente. Algunas veces, la casualidad salva su pellejo, otras, su inteligencia hizo gala del desbordante talento que lo domina.



Cualquier ciencia, arte o disciplina que sea objeto de estudio, es por si misma, el sello distintivo de su inconmensurable   genio.
 Desde el descubrimento  del fuego, la invención de la rueda, pasando por la maquina de vapor, su destreza belica, científica, literaria, hasta llegar a la televisión y la computadora, podríamos decir que las cosas le han resultado de maravilla en ámbitos progresistas y tecnológicos. Las pretensiones  espaciales parecen cercanas hoy en día, colonizar el espacio es una cuestión de tiempo.
La historia, siempre cruda e implacable,  nos demuestra que dentro del genio humano y sus innumerables aportaciones, se esconden sus peores demonios, ¿aprendemos o no? ¿nos enseña  la historia?



Carl Marx palidecería frente a las interpretaciones rusas y  de los países socialistas influidos por su obra. Einstein, 'padre' de la bomba atómica.


Como sí se tratara de un dogma matemático, las cosas sufren una deformación, una torcedura para el beneficio de  pocos contra una mayoría generalmente indefensa.
La globalización es fenómeno fuera de toda estadística, pronóstico. Cualquier intento por  encasillarlo en una teoría de probabilidades, muere con cada esfuerzo.
El ejemplo más claro del  aniquilamiento del espíritu humano es la adopción de las redes sociales.  Las formas de expresión más puras del ser humano son vulgarizadas, comercializadas, intervenidas. El arte se vende. La literatura se resume.
Aquellos destellos de rebelión y genio son encarcelados en museos, en colecciones privadas, comisiones gubernamentales o peor aún, restauraciones.  Son valuadas  para despojar su significado artístico, tazar un valor, ahora son un bien, una propiedad intercambiable que dependerá de la necesidad inmediata.



El éxito de internet reside en la inmediatez de la información y la 'interactividad'. La paciencia es sólo frustración controlada, regulada par el ser humano contemporáneo. Sus mayores conflictos se relacionan con la espera en esta era eléctrica.


El santo patrón