sábado, 25 de mayo de 2013

APOCALIPSIS


Bueno, es un título dramático,  lo reconozco. Acto lúdico con el primero

Empleo el término  en su sentido bíblico menos estricto, pero significativo: de revelación.

Ha sido catártica la experiencia con algunas penurias y otras algarabías menores durante el semestre, las más,  mi nuevo empleo y mi ruptura amorosa; sano decirlo, doloroso recordarlo. Cotidianidad y hasta mis fracasos sentimentales venideros pasaron lista. También mis amores estéticos invariablemente deambularon aquí como fantasmas, gritando, molestando a los lectores.  

Quise escribir sobre la ruptura antes mencionada, no obstante realizaré el ejercicio, la gran avanzada literaria de mi vida (o por lo menos la primera) como un intento íntimo, confesión que rebasa las intenciones del blog. Además ventilar aquí esa desventura en particular, podría resultar inefectivo y con la atmósfera cándida, terminaría en gracejada. 

Pero no significa que ya no publicaré más: algunas entradas verán la luz desde la posteridad,  como horas extras sin pagar  para el personal de confianza de Relámpago Inc. El tiempo,  inclemente dinamo, no estiró la producción ni toleró participaciones externas como la entrada de mi ex novia sobre Arquitectura, aquel ensayo sobre el carácter de la disciplina ¿arte, ciencia o híbrido? quedará en el archivo muerto de la empresa. Si se atreve a escribirlo,  no titubearé para publicarla.

Pero lo dudo


Por otra parte, hubo notables mejorías sintácticas, ortográficas y ¿por qué no? estilísticas. Sentenciosas fueron algunas entradas, enérgicas diatribas contra lo que me irrita. 

Aprendí otras rutas para hacer periodismo, cómo funciona internet y conocimientos varios que han edificado una mejor defensa laboral. No sé si los medios estén listos para lo que se gesta desde el ámbito académico, probablemente es poca la innovación en el campo, pero la pugna persiste y contrario a lo que yo esperaría, creo que esta calistenia  digital afila nuestros colmillos.

Como una especie de despedida mediática, con bombos y caravanas de fiesta de XV años,  estrobos y rayos láser, vaso con grabado conmemorativo y botella de tequila cazadores,   comparto contigo, estimado lector,  un fragmento de  la cruzada y parálisis que me trae como ropa interior de meretriz: 


Mañana, cuando el calor azote nuestras calles, y los ladrones persigan sueños rancios  disfrazados  de manufacturas complejas,  quizá nuestras esperanzas líquidas,  construcciones anquilosadas sobre el futuro burdo, reciban el cobijo de la providencia. Mientras esos tiempos navegan hacia nosotros, sólo la curiosidad y confianza en uno mismo podrán revelar el carácter tramposo y repugnante de la civilización bélica, atómica,  financiera, enferma de muerte por los vicios del éxito, que actúa como una cuarta furia reaccionaria, atormentadora del espíritu.


Arturo Solís Hidalgo.





POS DATA

En la tradicional sección 'Ya merito' escogí lo mejor del machote de lugares comunes para despedir  la entrada con un postre humorístico:
  • "El show debe continuar" 
  • "Cerrando ciclos" 
  • "No es un adiós sino un hasta luego" 
  • "El fin de una era"
  • "Gracias totales"


Y no podrían faltar las canciones pa' la ocasión:


Y no voy a decir adiós, mientras no me olvides no me voy...

SERVICIO A LA COMUNIDAD


Tras meditar profundamente ¿cómo puedo hacer algo por las personas que visitan el blog? decidí  compartir un puñado de lecturas que me han servido mucho en diferentes momentos y niveles, etapas de la vida que le llaman.

Comencemos por los Trópicos.




Si estás harto de la vida que llevas, Henry Miller es un capo de la autoliberación.
Ten cuidado porque tal vez tu vida cambie de manera drástica con su lectura y los placeres que ahora conservas, podrían irse para no volver.


El universo Glass.



A J.D. Salinger  ya le dediqué una entrada completa, ese enfermo crónico del ingenio. Aquí sus obras sobre la familia de la que tanto he parloteado.



La Leyenda de los Duluoz



Jack Kerouac es una especie de hermano mayor para mí. Decir más podría resultar contraindicado.




Más de lo mismo

viernes, 24 de mayo de 2013

MÁS BARATO QUE EL CINE


Desde hace un par de años, mi relación con el cine se parece mucho a un matrimonio  en que la costumbre y la monotonía, otrora pasión y vitalidad, llenaron de indiferencia nuestras esperanzas, aletargadas ya, por la piratería y la saturación del medio.

No obstante, ataño yo creía cuasi religiosamente en el cine; no podía dormir sin mirar una película. Cada martes acudía al videoclub parónimo de los ghostbusters para aprovechar la oferta de dos filmes por uno.

¿Todavía existen?



Con el tiempo y harto por mis amistades, que no perdían oportunidad para ensalzar cualquier película exitosa vieja o nueva,  detesté eso que ridículamente llaman el arte séptimo:   mis rentas cesaron, las membresías caducaron y mis intereses buscaron salida en otras actividades. Aprendí a ver el futbol por ejemplo, y me avergüenzo por ello. A veces. 

Quiero rescatar tres películas que modificaron mi manera de percibir el cine como medio y además diéronme lecciones de historia. Vamos a ello sin tanto rodeo.





24 hour Party People,  título a la película, también corresponde a una canción de los  Lunes Felices.  

Tony Wilson es un periodista desencantado de su profesión. Conduce un programa de televisión en el que realiza banalidades en busca de audiencia. También siente una gran pasión por el rock. Después de presenciar el primer concierto de las Pistolas Sexuales, el señor Wilson se involucra en la escena musical de Manchester y maneja bandas como La División de la Alegría, después Nuevo Orden y por último a los Lunes Felices. Las peripecias que lo rodean, su destreza, acertadas opiniones, su  amplio bagaje cultural,  inclemente carácter y cariño por la música hacen de cinta un gran documental del post-punk, new wave y el nacimiento de la música electrónica en el Reino Unido mientras narra la historia de uno de los  personajes del rock más memorables y las bandas que vio nacer, que impulsó y en cierta medida, condenó.



Sólo diré: Ícaro. Si saben a lo que me refiero, bien, si no, no importa, pero deberían leer más. 




Almost Famous también aborda el periodismo de rock, pero sin trágicos personajes. William Miller,  precoz estudiante de preparatoria trabaja para la revista Creem y Rolling Stone, aunque su  madre, profesora de universidad, piensa que el rock and roll sólo se trata de lanzar las neuronas al aire como confeti, mientras que para William es un modo de vida digno y apasionante. Tras conocer al mítico Lester Bangs, el protagonista acompañará a una banda emergente, Stillwater, en su gira que da nombre a la cinta. Descubrirá que sus héroes no son tan grandiosos como en los discos y que enfrentan los problemas de ser gente interesante en lugar de gente real, y de paso sufrirá con su primer amor encarnado en Penny Lane, líder de las Band Aids y 

Señorita Buenhombre



Alta Fidelidad es una adaptación del libro homónimo de Nick Hornby (que no he leído).

Rob Gordon  es el dueño de una tienda especializada en vinilos. Barry y Dick son sus esbirros que le ayudan en la pequeña empresa. Su novia Laura lo abandona y entonces el conflicto de Rob aparece. Comienza la búsqueda por respuestas, reminiscencias con sus antiguas parejas y sus legendarios top 5. Posiblemente mi favorita, supongo que me identifico con él.


Move it lard-ass. Dumb Motherfucker


PAVEMANÍA



El chillido de una rata atropellada disfrazado de locución.

Relámpago presenta: Pavement

Thunder Inc no se responsabiliza por las conjeturas que puedas hacer.




jueves, 23 de mayo de 2013

EMBELESADO



Salí exactamente a las 8:10 pm de la redacción.  La lluvia caprichosa marcaba el paso de los oficinistas presurosos. Un tráfico mediocre aminoraba el contratiempo del mal clima.

 Afuera  me encontré  al diseñador gráfico que intentaba sin éxito expandir su sombrilla.  Me preguntó a dónde iba y le respondí que a la parada del autobús.

Caminamos debajo del paraguas mientras pensaba en lo ridículos que nos veíamos. 


El autobús con dirección Chapultepec no apareció tan lleno como lo esperábamos. Pagué el pasaje de ambos e iniciamos una amena conversación sobre las compañeras de oficina. Seleccionamos a la más guapa y le dije que la única oportunidad posible de tener algo con alguna  sería en la fiesta de fin de año. 


Mientras recorría el pasillo del camión con la mirada, vislumbré a la mujer más hermosa que había yo visto en todo el día. Sus blondos cabellos ondulados rompieron con mi concentración y bloqueé el paso con mi guanga persona. Su mirada tan coqueta me cohibía, pese a que mantenía el diálogo con mi interlocutor. Los labios color sangre de aquella muchacha me parecían en extremo tan dominantes que cualquier mujer interesada en mí se hubiera puesto celosa al verme a su lado.  Ese remolino capilar  que iniciaba en su frente y caía graciosamente hacia la izquierda me tenían embelesado. Los lentes rosas le daban un aire Condesa o Roma. Su compañera de asiento parecía como muerta a su lado, como una especie de vacío.


El diseñador se despidió en la estación Auditorio y yo me senté una fila adelante. Esperé para mirar de reojo si ella también descendió, pero permanecía en el autobús.  Comienzo a preguntrarme cómo sería si tuviera una oportunidad con una chica así, tan hermosa, capaz de hacerme olvidar por un momento mis desgracias, mis tormentos con una mirada.  Miro a través del cristal empañado y le pido a dios una oportunidad para conversar con ella o lo que sea, un tropiezo, cambio para el próximo autobús,  si me molesta la música.

Por alguna razón no quise colocarme los audífonos, pensaba en ella y me latía el corazón como si estuviera a punto de besarla o poco menos. Ya sé que es una tontería decirlo de esa forma, pero así  parecía. Estaba agitadísimo.

Chapultepec es nuestro pequeña central de abastos en que perderse resulta la opción más sencilla. Los puestos, aquellas bifurcaciones laberínticas del comercio informal borraron cualquier posibilidad remota de verla por última vez y entre esas murallas del fierro oxidado, modifiqué mi ruta habitual hacia el siguiente autobús con destino a casa.

Encontrábame solo, bajo la lluvia menos poética que pueda  describir, salvo insípida y tolerable, cuando me entraron unas ganas horribles por cantar; comencé  sin miedo a ser escuchado, a desafinar o algo parecido. Miré hacia atrás para contemplar el avance de la construcción de las oficinas de portentoso banco español. Para mi sorpresa, aquella muchacha del autobús intenta infructuosamente cruzar la barda entre las rejas llenas de orificios por donde yo tan cotidianamente atravieso. 

Me callé de inmediato.

Se acercó y se formó justo detrás de mí. Yo me tocaba el cabello, registraba mi cara en busca de algún moco, alguna mancha de comida que pude adquirir en el camino sin darme cuenta. Tocaba mi nariz discretamente. Estaba hecho un lío.  Arreglé el cuello de mi camisa y traté estúpidamente de colocar mis audífonos.

Al verme, ella sonrío.  Su cabello se veía aún mejor desde la cercanía. Llegué a pensar que me siguió porque desde que nos vimos,  sintió la misma impresión sobre mí que yo tuve de ella. Burdo.

Sin saber por qué, me toca la mano. Retiro los audífonos de mis oídos y le pregunto ¿Qué pasa? ella se ríe y me ofrece otra disculpa, no sabe por qué lo hizo tampoco y se justifica porque pensó que había un señor detrás de ella. Mi corazón cercano al colapso,  emite una mueca absurda que trato de configurar como una sonrisa mientras mi aparato fónico lo traduce con unos ja ja jas tan tontos que me provocan una risa verdadera.


Entre la distancia de la parada y el autobus ella y yo reímos como niños; continua repitiendo que lo lamenta y yo sigo preguntando qué fue lo que pasó.  Subimos al autobús y ella me ofrece de nuevo una  disculpa y  observo sus dientes pequeños y su piel perlada, tan suave como sólo se imagina uno en sueños.

Toma asiento y nos reímos por última vez. Si no fuera por esa sonrisa nerviosa, que pulveriza mi confianza,   mis oportunidades de emitir tan siquiera un graznido, un aullido se habrían materializado. Ella retira los lentes de su rostro y por fin la contemplo con todo su esplendor, me rompe  hasta la última fibra de movilidad que pudiera esconderse en mi cuerpo. Miro sus zapatillas rosadas, como sidra. En los muslos reposa su bolso y otros pequeños maletines que advierten recipientes de comida. Casi le pregunto si trabaja en la misma zona que yo. Quería preguntarle si también venía del corporativo X o Y o Z hasta que me dijera cualquier cosa, pero sigo como mordido por una cobra.

Me reprocho en tiempo real mi cobardía. 

El tráfico es indecible  y ella consulta su teléfono inteligente. Avanzamos lento y la oportunidad se desdibuja con cada metro que gana el camión.  

Desciende una estación antes del casco de Santo Tomás sobre Circuito Interior y casi hago lo mismo , pero tal vez la mataría de un susto, aunque después me digo que sería como continuar lo que ella empezó.

Todavía veo en mi mente  cómo cruza la avenida  y se pierde entre la sombra del puente vehicular.

El camino a casa es tan doloroso que mi imaginación se mantuvo en blanco hasta el descenso.

Ya en casa, escribo esto, con un plan bajo la manga que ejecutaré cada noche a partir de hoy.



Se dice fácil

miércoles, 22 de mayo de 2013

EL ORIGEN

Fueron varios los infructuosos semestres en que mis maromas con los programas de diseño quedaron registradas en forma de discursos visuales,   panfletos de la gracejada contestataria.  Esa pugna interna por expresar mucho sin decir gran cosa .

Thunder Inc presenta  una suerte de revista sincretista,  tras un arduo, laborioso proceso de edición y que dio origen al blog.

Ofrezco una disculpa anticipada por el desorden de la paginación, ya que está preparada para impresión.  Lúdico juego les proporciono para su disfrute, y aunque no soy lector de famoso escritor argentino, podría interpretarse la ordenación como un guiño hacia él. O si lo prefieres,  a Pedro Páramo, título con el que me siento cómodo y hasta irrespetuoso, burdo.

Ve por los cheetos, la coca de dos litros y no olvides el tradicional  gansito, postre  casi mexicano para que el goce estético sea completo.









Canción para la ocasión

martes, 21 de mayo de 2013

HAZLO POR LA SEÑORA GORDA



Comenzaba mis tempranas lecturas sobre casi cualquier cosa que se me cruzara,  cuando uno de los protagonistas de las Gilmore Girls, Jess Mariano mencionó Franny y Zooey

Exaltado por la curiosidad, me  dirigí a la conocida librería con el nombre de destacado activista indio y por 120 pesos de fianza,  liberé de aquella prisión,  monstruoso espécimen  de la industria cultural, a uno de mis grandes amores.

Aquel librito más bien escuálido,  cambió mi vida. Recuerdo que estaba en casa de mi abuela, esperando a mi padre para una visita con el doctor, cuando inicié la lectura.  

Puedo recorrer con la memoria la estación del tren donde Lane espera a Franny; imagino el triste sandwich que Franny no se come. Su hastío galopante al colapso nervioso.
Estoy harta de que todo quiera llegar a alguna parte, hacer algo notable, ser interesante. Es repugnante..., lo es, lo es. Me da igual lo que digan los demás. 
La segunda parte,  Zooey, va más allá; se revela el conflicto, el narrador, y casi el final de la historia. Pero eso no importa, Salinger no es un fatalista ni un aristotélico. Esta historia de amor revela un profundo conflicto espíritu-familiar, el sufrimiento y diversas aristas de la familia Glass, que es cualquier cosa menos sencilla (adjetivo que Salinger a través de sus personajes, odiaba).


Salinger no era un escritor voluminoso, más bien inconstante o dicho de una forma que me tranquiliza: no le interesaba publicar. Con apenas 4 libros y una docena de cuentos, el universo salingeriano obsesiona a cada lector que lo conoce. Mis amigos y yo usamos referencias de sus libros entre bromas,  un poco esnob si tú quieres, pero disfruto porque sé que no soy el único que le apasiona su obra.  Es casi como la música popular para nosotros.

Podría decir que su obra, como cualquier arte, no es para todas las personas. El carácter de J.D. Salinger es un oasis de misantropía, por eso no me extraña que sus personajes sean tan ariscos. El segundo conflicto bélico más importante del siglo XX definió a uno de sus personajes principales, Seymour Glass,  pilar espiritual de la familia Glass que, tras regresar de la guerra y casarse más a fuerza que de ganas con una nula pero despampanante mujer, se suicida en el cuento Un día perfecto para el pez banana.  La gran denuncia de Salinger contra el mundo y las consecuencias de esta lucha humana sin sentido.

El libro por el que quizá sea conocido en el mundo literario, es The Catcher In The Rye, polémicamente traducido como El Guardián Entre El Centeno. Digo polémico porque para los salingerianos hay un debate profundo sobre las ediciones españolas y argentinas respecto a la literalidad y la interpretación del título.  Cuenta la historia de Holden Caulfield, joven neoyorkino que pasa las fechas navideñas vagando por la ciudad, después de ser expulsado del bachillerato. Cualquier persona curiosa,   más bien seria, sin ganas de agradar a nadie y con el suficiente sentido del humor para reírse de sus propias desgracias, encontrara en Holden un reflejo de sí mismo.

Salinger murió en enero de 2010 y cobardemente pero sin vergüenza, pienso en que leí sus libros mientras el vivía.  No obstante, la sinceridad de su obra, sin sentimentalismos fáciles, ni gracejadas repetidas, despierta entusiasmo entre lectores cansados de los lugares comunes,  enemigos del academicismo imperante entre las cúpulas literaria,  apasionados de la escritura honesta, sin lluvia radioactiva como diría Henry Miller.


 ...te contaré un terrible secreto... ¿me escuchas?  No hay nadie allí que no se la Señora Gorda. Y eso incluye a tu profesor Tupper, rica. Y a sus docenas de condenados primos. No hay nadie en ninguna parte que no sea la señora gorda de Seymour. ¿No lo sabías? ¿No sabías aún ese maldito secreto? Y ¿ a que no sabes, escúchame bien, a que no sabes quién es en realidad  la Señora Gorda? ¡Ah, rica! Es Cristo mismo. Cristo mismo, rica.

domingo, 19 de mayo de 2013

EL JUEGO DEL HASTÍO

Salí a comprar frituras para ver el partido de futbol.

 La inconstante lluvia me mantuvo dudoso por más de 20 minutos hasta que por fin me decidí:  cogí mis zapatos, amarré sus cordones, busqué mis llaves,  bajé los escalones, abrí la puerta y descubrí una tarde gris con gotas escuálidas mojando el pavimento.

Pensé que era una tarde muy amena, con el cielo plateado, lleno de texturas. Las gotas refrescaban, no había por qué temerles. Me pregunté por qué desperdicié la tarde tumbado en la cama, mirando videos en internet, leyendo tonterías en las redes sociales.

Como no quería terminar con el estupor provocado por el clima, avancé hasta la avenida sin pensar en el juego. ¡QUE SE JODA EL FUTBOL! repetí para mis adentros.

- Esto es más importante. Una caminata bajo un paisaje tan conmovedor  no la tengo todos los días  y eso sí que me molesta.

Después recordé el poema de Bukowski que escuchaba de viva voz antes de salir: Born into this

En hospitales que son tan caros que es más barato morir
Entre abogados que cobran tanto que es más barato declararse culpable
En un país donde las cárceles están repletas y los manicomios cerrados 
En un lugar donde las masas encumbran a los imbéciles a héroes con dinero...
Así sí quiero ser escritor  



Vehículos, tráfico, maniobras violentas,   personas que insultan, pelean contra el prójimo con tal de no quedarse afuera del vagón del metro. Ganar unos minutos es primordial. Llegar a casa y mirar el televisor es la meta. Esas personas que aprietan el paso para pelear con la esposa,  para castigar y golpear a sus hijos, para descansar de la pesadilla del trabajo y levantarse temprano otra vez,  porque soñar no paga la televisión por cable, ni las coca-colas frías. 

Las ráfagas de viento enfrían mis miedos. De alguna manera, me orillan a pensar que un día ya no me preocuparé por todo,  poco a poco aprenderé a ser indiferente y menos irónico. A soportar el hastío.

Los hogares se iluminan por las pantallas de plasma encendidas,  tan accesibles en los tiempos de los abonos chiquitos.  Los domicilios están plagados, corrompidos, infectados  por los pagos diferidos hacia la felicidad: el 10 de mayo, el día del padre, del trabajo, del niño, hasta los museos ya tienen su fecha festiva. 

Camino por la banqueta y miro al interior de las casas. Veo la estufa y una olla que silba. Unos metros después, el negocio de quesadillas . Los comensales me miran. De repente, la idea del amor me asalta  violentamente, sin explicación. Llego a la miscelánea.

Tras comprar lo necesario para el encuentro,  comienzo a recordar las palabras de mi profesor acerca del amor. El dijo que  nunca nos hemos enamorado ya que aprendemos a hacerlo por medio de la cultura popular; las películas, las canciones románticas,  las series de televisión, pero nunca por la literatura.  De inmediato pensé en cómo mi generación sufre y disfruta de películas como 500 días con ella, Diario de una pasión. Le concedo al docente  que nos implicamos, involucramos con esa basura  porque en el fondo, nuestros amores son mediocres. Si no exaltamos los amoríos,  nadie lo hará por nosotros. La cruda realidad es que son amores vulgares. Rara vez he visto amores verdaderos, salvo en algunas ocasiones, y son capaces de perdonarse todo. Como los buenos amigos tras una larga discusión, sonríen y continúan como si nada hubiese pasado.  Basta un parpadeo para que suceda.

Resumen de lo que mi maestro quiso decir


A lo mejor me tocó un nervio,  sin embargo, mi problema es que por culpa de la literatura he cometido muchos errores,  y la música  sólo me acompaña como rémoras de la calamidad de enamorarse. He repetido como un bobo algunas líneas y comportamientos que al final no me sirven de nada, excepto para embellecer mis caídas. He añorado con intensidades delirantes,  reconocido las angustias de la espera,  he negado el sufrimiento.  Mientras,  el académico se atrevió a injuriarme, a reprocharme que no tengo idea de lo que he sentido. Me indigné  y tal vez exagero, pero fue como si un cojo extendiera su pie bueno  para que un ciego se tropiece.



Matando el tiempo



Desde pequeño mi capacidad de asociación ha sido lenta pero firme. Todavía conservo a mis amigos de la adolesencia. Los falsos profetas se marcharon, me abandonaron o yo les di la espalda. El resto mantiene graciosa comunicación conmigo.  Lo menciono porque agradezco a Dios por permitirme conservarlos y  hacer nuevos amigos con lo que no tengo necesidad de realizar actos heroicos para agradarlos, ni caravanas para que me acepten. El futbol ahora me entretiene, pero no me apasiona, no defiendo una camiseta como otros. Tal vez no tengo sentido de identidad en lo más mínimo, excepto con mi primer amor que ahora se  ha marchado. 


Pero así se asocia el ser humano; nos une la gracejada, el meme, el error y nepotismo del político, los concursos deportivos aunque rara vez los practiquemos.  Si reconocemos el entorno por medio de los sentidos, nuestra capacidad de percibir, en lugar de impulsar nuestros talentos  -bajo el supuesto de contar con alguno-, son una especie de muletas para sobrellevar la carga de la existencia, porque es más fácil negarlo todo que renunciar al pasado y evolucionar, o por lo menos,  de seguir circulando. El sarcasmo y el cinismo son las pestes de nuestro tiempo, porque ya no denuncian realidades estúpidas, vacías:  las vuelven soportables. 


Será mejor que me detenga, está  por terminar la segunda mitad  y tal vez pueda ver el tiempo de compensación.

viernes, 17 de mayo de 2013

EL HAMBRE ES CANIJA


Ocuparse implica  nerviosismo,  errores, experiencia,  convivencia, aprendizaje y  muchas  conversaciones cotidianas. El arte de saber escuchar, a veces puede ser un tormento si estás en el lugar equivocado.



Dicen que el hambre es canija. Y peor el que se la aguanta.  Y aún más el que se empina.



La historia comienza en la redacción de mi primer trabajo serio, formal como se suele decir, que es donde he pasado las tardes de mis últimos dos meses. El giro en negocios y finanzas proporcionan nuevos conocimientos que, si bien me deprimen y cuestionan la vida que llevo, también dibujan una perspectiva distinta, arista de otro conglomerado social que habita  en la Ciudad de México.

Perfil corporativo


Colaboro con una élite informativa, robusta pero amable en su discurso. Los golpes de pecho que me di durante los primeros días, se han convertido en una suerte de consuelo ante la senda que se revela frente a mí. ¿Cómo sucedió? ¿De cuánto fue la mordida? ¿No que no tronabas pistolita?

 Mi nuevo discurso


Llegué a la redacción por mi mejor amiga. El contacto me lo pasó de un día para otro, las entrevistas pertienentes ocurrieron en los dìas subsecuentes y como si hubiera sido cuestión de un parpadeo, me encontré  levantando notas de 4 a 8 de la noche, de lunes a viernes desde las lomas de Chapultepec.

Las primeras semanas, llegaba temprano,  antes de la hora, con mi traje y la camisa planchada. Anticipación era mi primer nombre.  Nervioso como la chingada. No me atrevía a mirar a las chicas de la oficina. Ahora tampoco, pero ya me aviento una que otra mirada indiscreta cuando estoy seguro que nadie me ve. Llego tarde, pero siempre es accidental. Lo juro. Procuro participar de vez en cuando y la voz se me corta entre la sumisión y la pena.

Aprendes más cuando escuchas y finges que haces algo: te enteras de cuántos millones manejan los de administrativo, si ya les pagaron la publicidad del mes pasado. Que 50 mil pesos no les sirven para nada. Los cuadros bien chingones que adornarán próximamente las paredes blancas. Las que se quieren casar. La lista de la despensa  de la secretaria de administrativo. Si su hijo pasará por ella.

 Con los que más me identifico son con los mensajeros, porque cuando entran a la oficina y descubren ese pequeño cúmulo de perfumes y piernas torneadas, blondos cabellos, y se dirigen a ellas con un respeto que ya quisieran ver sus madres y novias,  me veo a mí mismo el primer día. Tienen esa mirada del barrio que yo perfectamente conozco. Se llenan impresiones que jamás podrán compartir con aquellas personas. Y abandonan la redacción, pensando: pinches huevones.

La era digital apertura nuevas posiciones en el campo de trabajo. Uno de aquellos nuevos puestos es nada más y nada menos que la labor de community manager. La vacante tiene entre sus funciones la ardua y engorrosa tarea de manejar las cuentas de la empresa en las redes sociales.  Además de sorprenderme por su breve  y ridículo ascenso en el organigrama corporativo,  es curioso que el puesto en mi lugr de trabajo sea ocupado por un egresado de mi facultad. Apenas me enteré y  me pregunto cómo fue que llegó ahí, si disfruta su trabajo y por qué si tanto le interesa el rock  y la literatura, después de varios años en el rubro empresarial, continua  haciendo algo que, si bien no le irrita hasta la gastritis, tampoco es su sueño profesional.








El resto de las compañeras en la oficina, son amables, escandalosas como un perico  sin alimentar, y la mayor parte del tiempo ni siquieran se molestan en darme las buenas tardes. Me conformo con las faldas que usan, la gama de colores que emplean para cubrir sus torneados cuerpos. Las conversaciones que sostienen durante las horas de comida,  no se las deseo ni al peor de mis enemigos. Ni siquiera a la futura -¿actual?- pareja de de mi ex novia. Dios me libre de vivir mucho tiempo bajo su yugo.

- ¿Conoces a los Molina?
- Claro, Pepe es mi mejor amigo.
-  Son como cien primos. Puro guapo.
- Güey, fracaste en la vida si chicharito no tiene tu número.
-  Pobrecito, siempre le piden dinero para negocios y nunca ve un peso.
- Creo que tuvo leucemia de niño y por eso su cabeza no se desarrolló bien. Su mamá tiene una fundación.
- Es súper perro.
- Siempre lo veo con un buen de niñas que lo quieren nada más por su dinero.
- A mí me dijo una vez que quería que fuera su esposa.
-  Sí, con todas se quiere casar, pero nadie le hace caso.
- Oye, el fin de semana tengo una fiesta cool. Si quieres, puedo tomar fotos y así. 

Tras un breve periodo de exposición, comprendí que cool significa lo que hasta hace unos años se conocía como "gente bien" y que a su vez se refiere a gente no nada más adinerada, sino de alcurnia generacional, familias que no son ricas de la noche a la mañana y que el estilo les brota por los poros. Tengo la impresión de que cualquiera de aquellas hermosas y fastidiosas mujeres aceptaría la pobreza de buena gana  si en su descenso social incluyeran a todos sus amigos, conocidos y familiares.

Temas de oficina



 La lucha interna persiste, no estoy diciendo que ya me adapté, tampoco soy el orgullo de Darwin. No voy a negar que he aprendido diversos sustantivos especializados, sinónimos técnicos para referirme al dinero, muy útiles al momento de elaborar un sumario, pensar títulos cada vez se vuelve menos complicado aunque a veces mi jefa siempre me da mis cápsulas de periodismo actual.  Cada semana aprendo pequeñas mañas que pulen mi redacción casi siempre económica. Entiendo conceptos y si no puedo, por lo menos los investigo, pero sobre todas estas ventajas que he mencionado, la mejor de todas, sin duda alguna, es que puedo revisar abiertamente las redes sociales en cualquier momento,  es parte de mis funciones.

A veces, así me siento en el periodismo de negocios



Pese a mis lamentos silenciosos, mis padres son los más contentos:  posiblemente piensan que esta vez sí se librarán de mí, que sus finanzas prosperarán  mientras extiendo mis alas y ejecuto las piruetas laborales que  consolidarán mi confianza en el mercado laboral. Dejaré mis cándidas diatribas para otro momento, con la convicción de que no porque me guste lo que hago, sino que  ¡no tengo tiempo para escribirlas!


La buena noticia es que todavía sigo sin saber qué voy a hacer con mi vida.



Sabias palabras