lunes, 4 de marzo de 2013

EL FIN DEL HOMBRE

NOTA: hay una lista de reproducción para la entrada. Está en la aplicación de grooveshark, del lado derecho, por si gustas.


La propaganda y la publicidad,  aunque desdeñables,  siguen siendo aspectos del saber hacer, que afectan el enorme hueco de equidad sobre los roles de género, ¿será que aún ignoramos sus consecuencias sobre nuestra percepción del mundo?

El hombre se define como ser humano y la mujer como fémina -cuando ella se comporta como un ser humano se dice que está imitando al varónSimone de Beauvoir


Ayer sostuve una conversación muy peculiar con mis compañeras R. y S. respecto a dos temas: la propaganda y rol de género. Todo surgió porque el profesor de Estilos Literarios planteó la siguiente situación: en una fiesta,  si a un hombre le gustan cinco mujeres, no se acerca a ninguna porque quiere irse con todas y eso lo paraliza. La mujer, en cambio, de los cinco que le gustan, se va con el que puede.  Para mí,  el comentario pasó casi inadvertido,  porque el maestro lo mencionó como ejemplo del carácter práctico de la mujer, contra la racionalidad lenta de los hombres. Pero en mis compañeras tuvo un efecto mucho más penetrante. Apenas salimos del salón, ambas aprovecharon para abordar y preguntarnos, como hombres, qué pensábamos  del comentario del profesor y el énfasis hecho en la palabra puede femenino, contra el quiere masculino. Primero  justifiqué al profesor: no fue su intención. Después pensé que un hombre no lo interpreta igual que una mujer. Y ya para rematar, les dije que mucho tiempo ha luchado la mujer por competir contra el hombre, en vez de crear sus propios roles. S. coincidió conmigo (hago la aclaración de que mis conjeturas no son afirmativas y sé que puedo estar enormemente equivocado, no  vayan a lincharme como en Tláhuac). 

Beethoven Frieze (detalle), Gustav Kimt




Más tarde, le pregunté a S. por la última película que había visto y terminamos conversando sobre Wag The Dog .  Los dos reaccionamos con interés sobre el poder de la propaganda y la publicidad, sin tomar en cuenta lo que representa para un país. No me atreví a decirle (pero lo pensé): ¡es casi un arte! Llegamos al extremo de decir que, sin considerar el daño a la sociedad, trabajaríamos en ello con mucho entusiasmo, aunque  de dientes para afuera.

Metro, Jean Dubuffet.
Ese mismo día, fui a CU,  y por segunda ocasión consecutiva, no hubo vigilantes en la sección de los vagones exclusivos para mujeres.  Decidí, con toda la intención, abordar un convoy restringido. Me senté, saqué el libro que llevaba en la mochila y en la segunda estación me dormí.
Desperté en la estación de Balderas. Un tren lleno de mujeres. Esperaba algunas miradas y posibles comentarios,  fantaseaba con las posibles respuestas, aunque ninguna se tomó la molestia. En Hidalgo, quedé enfrente de los auxiliares de flujo (a falta de una mejor definición). Uno de ellos, nomás me vio, intentó regañarme, pero con los audífonos puestos (el arte de ignorar), ni me inmuté. Tocó el vidrio  desesperadamente.
-  Caballero, ceda el asiento a una dama - ordenó.


Le respondí para mis adentros.



Nada más me levanté sin mirarlo, con el orgullo de haber validado mis suposiciones. El resto del  camino a casa, pensé sobre la profundidad que tiene la propaganda y la publicidad en nuestras vidas y cómo nos moldean.  Lo gracioso es que, durante el mismo día, primero me pronuncié entusiasta, y por la tarde, comprobé sus poderosos efectos  en las personas.
Me da pena admitirlo, incluso preferiría no decirlo, pero lo pensé como un arte.  >>>>>>>>>






Es en este punto donde se cruzan la propaganda, el rol de género y el arte, para elaborar uno de los planes más abracadabrantescos que han prevalecido en la ciudad de México, durante los últimos cinco años. Las nefastas medidas implementadas por el gobierno, con el fin de 'educar'  y 'fomentar' la 'igualdad' (en lugar de la equidad) de género. Consiste, si quitamos la retórica,  en separarnos como si fuéramos ganado en el transporte público. Separación de hombres y mujeres argumenta uno de los postulados del programa Viajemos Seguras.   El gobierno es el gran protector paternalista, defensor de las mujeres... sí cómo no.
El famoso "ex-tortista" es un caso muy lamentable, inevitablemente risible, pero aislado. Las autoridades no pensaron lo mismo. 





Admito que el horno tampoco está para bollos:  conservadurismo católico, desempleo, machismo, forman parte de las limitantes  femeninas.  Los propagandistas se pintan solos para hacer este tipo de mensajes brutales.  Si funcionan o no, es irrelevante; lo que importa es que la población femenina vea y crea que se está trabajando en el problema de la violencia contra la mujer, que  están haciendo algo al respecto.  Para que un cambio considerable ocurra, son bastantes los niveles en los cuales trabajar. Yo empezaría por el gigante tímido. Adiós a las telenovelas de mujeres abnegadas y pobres. Si la televisión tiene nivel de implicación  mayor que los libros,  apostaría por la instrucción a través de ese medio.  Pero la gente aún no comprende que la televisión podría hacer muchas cosas buenas. Los intelectuales siguen atrincherados en los libros, viven en la época de la imprenta en ese sentido, y los empresarios que  sí comprenden la capacidad envolvente de los medios eléctricos, hacen lo mínimo, porque son socialmente responsables. No en vano los utilizan para sus fines económicos y políticos.  



 El ataque publicitario  ganó terreno en la escena artística desde hace años, con la organización de eventos,  patrocinios, donaciones y construcciones. Un ejemplo, es el museo Soumaya, cuyo nombre proviene de la fallecida esposa de Carlos Slim. El diseño arquitectónico es una evocación de la colmena y el trabajo en familia, según el arquitecto. Inagurado por casi todas las élites al alcance del empresario, el museo está cargado con un discurso  obvio:  económico dominante, fiero, implacable y directo. 


Por otra parte,  la publicidad impone estilos de vida sin que lo notemos. El cine es su mejor aliado: algunos cineastas han filmado comerciales para algunas marcas, en especial para las de ropa de diseñador. Hombres y mujeres no logran resistirse: el consumo es la gran adicción invisible del siglo XXI. No existen centros de rehabilitación. Las disciplinas en materia, aún consideran el trastorno obsesivo-compulsivo como un problema mental interno, mas con tanto estímulo visual,  me pregunto qué tan cierto es.

Tal es su fuerza, que consigue que una modelo parezca ama de casa (con las implicaciones de género que ello contiene); hace feliz a tu nariz; a que no puedes comer sólo una; debes tomar lo bueno etc. La estética es su aspiración.  De ella depende: es su punto débil y su fortaleza. ¿Cuántas veces he escuchado a familiares,  novia, amigos, decir: ay me encanta tal comercial?


Sin embargo, Marshall McLuhan decía que una forma de combatir a la publicidad es con la lectura de sus frases en voz alta, porque revela su carácter ridículo.


La manipulación como forma de arte, aprendió durante el siglo pasado,  cómo controlar el pensamiento de las personas. Logra sus objetivos de manera eficaz y casi sin objeciones. Divide o une según sus necesidades. Las personas creen que consumir es una elección y no un constante empuje hacia ello. Mantienen nuestros sentidos entumecidos sin oportunidad para responder.  Las mujeres y los hombres deberán luchar verdaderamente contra ello, sin que las instituciones decidan qué hacer por nosotros. No obstante, pienso que el dominio del hombre  ha terminado y hace su último  esfuerzo por medio de la propaganda y publicidad para revertir la situación.

La huída, Remedios Varo. 


 En palabras de Henry Miller:

Si nos volvemos hacia una realidad más grande, es una mujer quien nos tendrá que enseñar el camino. La hegemonía del macho ha llegado a su fin. Ha perdido contacto con la tierra.

1 comentario:

  1. Jajaja muy bueno, me parece bien ingenioso el señor que vestía de mujer para abusar de las mujeres en el metro, ¿cuantas personas estarán dispuestas a llegar tan lejos para cumplir sus perversiones?

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SE VALE COTORREAR