martes, 19 de febrero de 2013

LA GRAN GUERRA (ESPIRITUAL)



    Con mi novia casi siempre discuto como niño  cuando hablamos de arte. Ella está cautivada con ciertas tendencias actuales que a mí, sinceramente, no me interesan.  

Entiendo que ya lleva bastante tiempo como becaria en el MUAC, que le gusta su trabajo, las capacitaciones con artistas, curadores,  y todo lo demás.  Tiene un par de 'amigos' del museo que no quiero ver ni en pintura, pero esa es harina de otro costal. El caso es que cada que voy, termino preguntándole (en silencio) lo mismo: ¿te cae que eso es arte? Por ejemplo, hace unos meses, fui a visitarla y estaba una exposición de Teresa Margolles, La Promesa.  A través de una problemática social, la susodicha se abrió paso (sin mucho esfuerzo y con ayuda de las instituciones culturales del Estado, cabe resaltar) hasta la bienal de Venecia.

Difícil es emitir un juicio de valor respecto a su obra, lo que me interesa de aquella anécdota, es la incongruencia gubernamental, colaborando con una 'artista' que 'denuncia' la situación de violencia en el norte de México con la frontera de Estados Unidos y de la propia Teresa Margolles, que avienta la piedra y esconde la mano.


Luego están los artistas hambrientos (por patrocinio). La lista es larga: Xavier Velasco y Johnny Walker, Os Gemeos y Louis Vuitton, Jeff Koons y BMW (aunque considerando la obra de éste,  me parece casi natural) Gabriel Orozco y Casa Dragones (Joaquín Segura es muy incisivo explicando a los artistas del Estado). Sin aproximarme a las generalizaciones,  no  imagino a Henry Miller ni  a Blek Le Rat,  aullando por dinero. Sufriendo sin sufrir,  rebelarse vende. La autonomía del artista es denigrada por la imposición de una marca. El mecenazgo funciona mejor, pero esos tiempos se han esfumado  probablemente para no volver.


Franklin/Page/Market,  Blek le Rat

Si el arte sirve para denunciar una realidad, entonces la obra revela el carácter tóxico de lo que ataca.
Son pocos los pintores, escultores, escritores etcétera, que logran desafiar al arte hasta tal grado, que le sobrepasan en un sentido esencial. Marcel Proust provocó y venció a la literatura de memoria visual con la memoria simultánea sensorial. Antes que él, Arthur Rimbaud ya escribía sobre el desarreglo de los sentidos. Y ¿entonces? ¿qué pasó? Pues llegaron los estereotipos. La denuncia de valores en sociedades conservadoras hipócritas se malinterpretó y Serrat, Diego Rivera  y otros más confundieron la música, pintura y política, para ejecutar el ritual del discurso 'crítico'.  El culto al ídolo (a la personalidad en su versión modesta) saltó de la propaganda al arte y su función transgresora se transformó en pequeñas euforias de masas expresadas  en conciertos, exposiciones y eventos  donde el público adopta la seriedad, la histeria o ambas simultáneamente: se confunden apreciaciones estéticas con fetichismos de consumo.



Mis principales sospechosos del actual estado decadente del arte son la publicidad y el diseño gráfico (El fenómeno instagram merece una mención honorífica). Juntos, le han hecho creer a las personas que pueden ser artistas.Y en efecto, cualquiera puede intentarlo. El problema es que los artistas lo son por su talento y rara vez lo persiguen como meta. No se adquiere en la universidad. Se conseguirá técnica, pero el talento no se aprende.  Se trata, por principio, de una justificación de ambos medios. Si se les considera arte, además de un aumento en el valor de su trabajo (y la remuneración por su trabajo no es la cuestión, sino el lucro desmedido: ¿cuánto vale el arte?) las personas pueden empezar a pensarlo como un medio expresivo novedoso con implicaciones lo bastantes profundas para ser aspiracional y accesible. El arte de la simplicidad o minimalismo accidental. (Ya hablaremos en otra entrada de los oficios como forma de arte).


Un ejemplo que sintetiza esta entrada, es como Jack Kerouac, en el libro de los Duluoz,  hace que la vanidad parezca algo imitable, sin embargo, la magia de su prosa está precisamente en denunciarla, admitiéndola como propia.

 Incluso con un pesimismo declarado sobre el tema, creo que  algunos personajes indomables rompieron  dogmas, violaron el status quo, renacieron en el enjambre y seguirán a la contra.  Músicos como Rodrigo GonzálezCan, The Fall, fotógrafos como Héctor García, Nacho López y escritores como Chuck Palahniuk, usaron formas  humorísticas penetrantes y denunciaron el estado actual del mundo en que vivimos.


 Niño en el vientre de concreto,  Héctor García


  

¿Qué Hacer Con Tu Ser? - Rodrigo González



3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Y entonces los verdaderos artistas no luchan por el patrocinio, se comen su hamburguesa imaginaria

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  3. A dónde le puedo dar like al comentario de Mercy?

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SE VALE COTORREAR